La primera llamada del coloso se dio a las 11 a. m. Durante 23 minutos, el volcán Turrialba hizo el primero de cuatro movimientos, en una erupción histórica que ayer sorprendió y bañó de ceniza a un millón de personas, principalmente del Valle Central.
A la 1:38 p. m., mostró que aún tenía más energía y la liberó por otros 45 minutos.
Las otras dos explosiones ocurrieron a las 2: 20 p. m. y a las 2:50 p. m., y duraron seis y 25 minutos, respectivamente, reportó María Martínez, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
La ceniza, compuesta por partículas de roca y mineral fino (menos de 2 milímetros de diámetro), llegó a 54 km y pasó por 30 distritos, incluso en San José y hasta Ciudad Colón (Mora), donde trabajadores, estudiantes y conductores se detuvieron para ver la nube gris.
Cerca del volcán, expertos de la Red Sismológica Nacional (RSN) y de la Universidad de Costa Rica (UCR) estaban vigilantes ante la erupción más grande de este coloso en siglo y medio.
Desde la cima, Gino Gónzález, vulcanólogo de la UCR, explicó que esta vez no hubo magma, como en 1866, pero la altura de la columna eruptiva fue de 500 m sobre el cráter. No obstante, el Ovsicori reportó hasta 1.000 m.
Gónzález dijo que, aunque no han medido cuántas toneladas de ceniza lanzó, se nota que es mayor a las de ocasiones pasadas. Además, la duración de cada evento fue más amplia.
Pero no solo eso, sino que la potencia del Turrialba logró arrojar piedras de un metro de diámetro a 500 m de distancia.
“Imagínese la energía que tiene que tener”, expresó el vulcanólogo, quien afirmó que, para alcanzar esa distancia, las rocas se alzaron 300 m sobre el cráter, ubicado a 3.340 m de altura.
Raúl Mora, de la RSN, informó de que el volcán continúa con importante sismicidad, por lo que las erupciones podrían seguir.
Como consecuencia de la erupción, se agrietó el sector suroeste del cráter oeste.
Justo hoy, otro 13 de marzo, solo que de 1963 (hace 52 años), comenzaba la erupción del Irazú, que se prolongó por 700 días.
Esperado. Aunque no se sabía con qué magnitud, la actividad del Turrialba no fue inesperada.
Los vulcanólogos ya habían advertido de su comportamiento y, por ello, el 5 de marzo, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) acordó impedir, por completo, el paso de particulares al Parque Nacional Turrialba.
Además, se tomaron otras medidas como reparación de vías y reubicación de pobladores.
Ayer solo fue necesario trasladar a una familia que reside en el perímetro de dos kilómetros alrededor del coloso. Además, las 12 escuelas de los poblados más cercanos se cerraron.
Los vuelos del aeropuerto Juan Santamaría fueron cancelados hasta las 8 a. m. de hoy. Anoche se vieron afectados varios desde EE. UU. y Centroamérica. Por la tarde, Aviación Civil había restringido a las naves volar en un radio de 18 km del cráter.
Los servicios de agua y luz se mantuvieron. Darner Mora, director del Laboratorio Nacional de Aguas de Acueductos y Alcantarillados, dijo que hoy verán si hubo afectación en fuentes de agua potable o en plantas de tratamiento. Colaboraron Josué Hernández e Irela Fornaguera.