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Paula Valles, su esposo y cuatro hijos, con edades entre los 11 y los 2 años, viven en Agua Azul de La Fortuna, en San Carlos, zona norte del país.
Desde el 21 de diciembre, la mujer y los niños se trasladaron a casa de un pariente, en Piedades Sur de San Ramón, para coger café.
A esa misma vivienda llegaron en noviembre los padres de ella, Margarita y Francisco, quienes viajaron desde Nicaragua con la misma idea.
Su propósito era el de trabajar en una finca a la cual se llega por un camino de piedra y que va en continuo descenso, en donde los cafetales también están rodeados por varias pendientes.
“Un señor nos dijo que recogiéramos café. Un hijo mío era el que sabía adonde íbamos. Ellos se fueron a conocer y el niño se fue detrás”, explicó doña Margarita.
Su esposo, entre tanto, se consuela al recordar que el pequeño lo cubrió de abrazos un día antes. “Se despidió porque me dio muchos abrazos y conmigo él no era así”, relató.
A ambos les preocupaba que a esa hora (11 a. m.) aún Cruz Vargas, padre del niño, no sabía de la muerte porque estaba en San José.
Por su parte, los hermanitos de Omar Josué miraban confundidos la escena. La que más lloraba era Paula Elena, de 9 años.
