Si algo deja patente el recién concluido siglo es una sociedad interconectada, no tanto por la Internet o el correo electrónico -privilegio aún de minorías- , sino por hilos mucho más poderosos, pero a la vez, más frágiles.
Son los hilos vitales del agua, el aire, la tierra y los otros seres que habitan el planeta.
Son los hilos que llevan la basura que alguien deposita en el río Grande de Tárcoles al golfo de Nicoya, donde la cantidad de pesca disminuye. Son los hilos que unen las enfermedades respiratorias de un transeúnte josefino a la contaminación generada por un automóvil.
Pero también son hilos que agrupan a las personas en la búsqueda de medicamentos a partir de plantas tropicales, en el patrullaje voluntario de las áreas protegidas, y en el reuso y reciclaje de materiales.
Tal y como lo señala el informe Estado de la Nación 1998, Costa Rica ha dado, en las últimas décadas, pasos firmes en la investigación, legislación, planificación y conciencia ciudadana en busca de un desarrollo en armonía con la naturaleza.
Los ejemplos abundan: desde la creación de un sistema de parques nacionales, en 1977, y un Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas (hoy de Ambiente y Energía), en 1986, hasta la confección de una estrategia intersectorial para el desarrollo sostenible (ECODES), en 1988.
Y más recientemente, hechos como la eliminación del plomo en la gasolina, evidencian la importancia que el tema del medio ambiente ha cobrado en el país, y que le ha valido reconocimiento a nivel mundial.
Pero, ¿es ello suficiente para continuar en el nuevo milenio? A pesar de la "inercia histórica favorable" en este campo que menciona el Estado de la Nación, el país tiene ante sí grandes retos para privilegiar los hilos positivos que unen y romper aquellos que perjudican.
Desechos sólidos
En promedio, cada habitante de San José genera casi un kilo de basura por día. Pero, ¿qué hacer con esa marea diaria de papeles, bolsas, envases desechables, pañales, telas y desechos orgánicos?
Desde mediados de siglo, la solución ha sido depositarla en botaderos a cielo abierto o en rellenos sanitarios, principalmente en Río Azul (al sur de la capital). Sin embargo, su agotamiento generó, en la década de los 90, una búsqueda de alternativas que no ha estado exenta de polémica.
Mientras se encuentran soluciones, se estima que el plástico continuará creciendo como componente de la basura pues pasará de un 11,3 por ciento del total recolectado, en 1994, a un 20,5 en este año.
Diversas organizaciones no gubernamentales le apuestan a la educación ambiental y al reciclaje como alternativas. "Lo mejor que podemos hacer de cara al siglo XXI es reducir el consumo y recuperar los materiales; de lo contrario nos ahogaremos en basura", señaló César Castro, de la Asociación para la Integración y Acción Regional (ACIAR).
Ríos y costas
Disfrutar de un baño en la poza de un río posiblemente solo quedará en el recuerdo del siglo que termina, si continúan las tendencias actuales de contaminación en cuencas hidrográficas.
Un ejemplo claro es el río Grande de Tárcoles, calificado en el Estado de la Nación 1998 como el "problema más grande que enfrenta Costa Rica" en este campo.
A pesar de la disminución de desechos provenientes de los beneficios de café -principal contaminante en la década de los 90-, los líquidos domésticos ensucian en un 40 por ciento la cuenca y los sólidos en un 14 por ciento.
Gran parte de esa basura concluye su peregrinaje en el golfo de Nicoya, cuyos ecosistemas llegarán a sucumbir en unos 10 años a la descarga de metales pesados que se apoderan de sus aguas.
Programas como Al rescate del Grande de Tárcoles y la Bandera Azul Ecológica (de premiación a las playas más limpias del país) buscan mejorar la calidad de dichos recursos hídricos.
Calidad del aire
Las bocanadas de humo emitidas por los 500.000 automóviles, autobuses y taxis que atraviesan a diario el Area Metropolitana son un mal presagio de lo que se respirará en el nuevo siglo.
Según Rosario Alfaro, directora del Programa de Estudios de Calidad del Aire, de la Universidad Nacional, el incremento de la flota vehicular en los próximos años aumentará de forma considerable la contaminación y, por ende, las enfermedades respiratorias.
A pesar de intentos por controlar las emisiones -entre ellos, el ecomarchamo- el material particulado (especie de hollín que se genera a partir de un proceso de combustión incompleto) sobrepasa, hasta en tres veces, la norma recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Ante este panorama, cobran fuerza las propuestas de establecer medios de transporte limpios y de restringir el acceso de vehículos al casco metropolitano.
Diversidad biológica
La naturaleza ha premiado al país con un 5 por ciento de toda la biodiversidad que habita en el planeta. Ello significa que existen en el territorio nacional 8500 especies de plantas, 850 de aves, 220 de reptiles, 205 de mamíferos y 160 de anfibios.
La destrucción del hábitat, la cacería furtiva y el comercio ilegal de mascotas han llevado a algunas de estas especies a encontrarse en peligro de extinción, entre ellas, el águila harpía, la lapa roja y la verde, el jaguar, el sapo dorado y el oso hormiguero gigante.
Sin embargo, en los últimos años, el país ha dado pasos importantes para la conservación y uso racional de su diversidad biológica. Uno de ellos fue la creación del Instituto Nacional de Biodiversidad, en 1989, y otro la elaboración de la Estrategia Nacional de Biodiversidad, 10 años después.
Dicha estrategia pretende convertirse en el marco de este nuevo siglo, que permita al país proteger, pero a la vez aprovechar de manera sostenible, equitativa y justa la riqueza "verde" con que cuenta.
Fuente del mapa: Centro para el Desarrollo Sostenible (CIEDES), Universidad de Costa Rica
Cobertura boscosa
En las primeras décadas del siglo XX, el bosque tropical cubría más de dos terceras partes del territorio. La expansión agrícola y ganadera en los años 50, aunada al crecimiento de las poblaciones, llevaron a una deforestación promedio de 36.000 hectáreas anuales.
En la actualidad, se calcula que un 40 por ciento del territorio está cubierto por bosques. La mayoría se encuentra bajo alguna modalidad de área protegida (parques nacionales, reservas biológicas).
A pesar de que, fuera de esas áreas, la tala ilegal continúa, en la última década se han dado avances en la recuperación de los bosques mediante plantaciones y el pago de servicios ambientales.
Para el nuevo siglo, quedará pendiente el pago de tierras en zonas protegidas a sus anteriores dueños, así como a quienes sometan sus bosques a planes de conservación o manejo.