Guápiles. Por tierra y aire. Así fue buscada ayer infructuosamente la avioneta desaparecida el mediodía del lunes anterior en el Parque Nacional Braulio Carrillo.
Pese a ello, las autoridades no pierden las esperanzas de que su piloto y único ocupante, Alfredo Salazar Rodríguez, de 39 años, esté con vida.
Por tal motivo, hoy a las 5 a. m. el rastreo de la aeronave continuará de la misma forma.
El operativo se centrará en las cercanías del Teleférico, pues un chofer del Ministerio de Hacienda informó ayer sobre una presunta explosión que escuchó el lunes a eso de la 1 p. m. en dicho sector.
La avioneta, matrícula TI-AYB y propiedad de la compañía Taxi Aéreo Centroamericano, se dirigía a la pista de Guápiles cuando se extravió entre los cerros de la citada zona.
El piloto Salazar debía recoger allí a dos mecánicos que requerían trasladarse a El Carmen de Siquirres para reparar otra aeronave.
Sin embargo, antes de llegar a Guápiles se presentó algún problema y, al parecer, la TI-AYB se precipitó.
La Dirección General de Aviación Civil (DGAC) presume que el fuerte viento que sopló el lunes en las cercanías del Bajo de la Hondura provocó el percance.
De acuerdo con Alejandro Pinto, director la DGAC, otros pilotos que sobrevolaron la zona reportaron ráfagas de viento de hasta 74 kilómetros por hora y una turbulencia muy fuerte.
Sueño por volar
Mientras las avionetas despegaban ayer una y otra vez de la pista de Guápiles, Alfredo Salazar Salazar, padre del piloto, se aferraba a la idea de que su hijo aún vive.
“Tengo la esperanza de que Dios me lo devolverá vivo”, indicó Salazar.
Según este hombre, su hijo desde niño soñó con ser piloto. “Siempre jugaba de aviones con palos que se encontraba”.
Salazar recordó que cuando su hijo tenía 7 años, se lanzó desde un árbol con un paraguas para intentar volar.