Maritza, una paciente de 60 años del hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, caminaba hacia el baño cuando se topó con un joven de buena apariencia, a quien saludó con un “Dios lo bendiga, muchacho”.
Lo que sobrevino la dejó sin habla y en un puro temblor.
De pronto, la mujer sintió algo “frío, filoso” en el estómago, y un murmullo en el oído que decía: “Esto es un asalto; no grite; me da el celular o se muere”.
Cuando la aterrorizada paciente pudo dar aviso a los vigilantes, el delincuente ya había escapado sin dejar rastro.
Al igual que ocurre en las calles josefinas, donde se registran 16 asaltos diarios en promedio, en los hospitales capitalinos México, San Juan de Dios y Calderón Guardia se está detectando una creciente ola de robos.
Según informes de las jefaturas de seguridad internas, se reportan hasta cinco asaltos por día. En especial, los ladrones hurtan teléfonos celulares, bolsos, radios, dinero y otras pertenencias de los pacientes internados.
Las autoridades creen que esa cifra es mucho más alta porque muchas víctimas no siempre denuncian lo sucedido: viven lejos de San José y perderían el bus en caso de acudir al OIJ, o bien, saben que difícilmente recuperarán los artículos perdidos.
Algunos delincuentes fingen dolencias y se hacen pasar por pacientes. De esa forman aprovechan para colarse hasta las salas donde convalecen los enfermos y cometer sus fechorías.
Así lo confirmó el administrador del hospital Calderón Guardia, Carlos Alvarado, quien expresó: “Nos roban de todo”.
“Aprovechan un descuido; se van por los pasillos hasta las salas de pacientes y se apoderan de celulares, bolsos, dinero, colonias, radios; arrasan con todo”, dijo.
Los hampones incluso asaltan a pacientes y a sus familiares a mano armada (con cuchillos y puñales), según reportes oficiales, aunque nadie ha resultado herido.
Camuflados y puñales. En el hospital San Juan de Dios se conocen casos de delincuentes que asaltan con puñal en mano.
La jefatura de seguridad, a cargo de Wilbert Lezcano, decidió enviar a varios de sus vigilantes “vestidos de civil” para que se confundan con los visitantes.
“De esa manera podemos actuar más rápidamente y detectar a los ladrones. Esta medida nos ha dado buenos resultados. Hay compañeros a quienes los delincuentes sacaron cuchillos, pero hemos ido adelante”, comentó Lezcano.
Timos, robos y “gatos caseros”. Esta ola delictiva también incluye la sustracción cotidiana de artículos como jabones, bombillos, lavatorios (los que arrancan de cuajo), tijeras y computadoras.
También roban costosos artículos de uso médico, entre ellos instrumentos de rayos X y equipos de las salas de operaciones.
En el hospital México, por ejemplo, se vieron obligados a colocar cámaras de televisión en una de las sala de operaciones porque “desconocidos” venían desmantelándola sin que los oficiales de seguridad lograran dar con los criminales.
Las autoridades también sospechan de médicos, enfermeras, cocineras y personal administrativo, pero nadie ha sido detenido por esas sustracciones.
En los hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) resultan cada vez más frecuentes los timos, especialmente en perjuicio de los pacientes y sus familiares de zonas alejadas de San José, a quienes engañan con oro, billetes y hasta lotería falsos.
Capacitación policial. Los vigilantes hospitalarios, la mayoría sin experiencia policial, reciben desde hace varias semanas capacitación por parte de oficiales de la Fuerza Pública.
Son adiestrados en defensa personal y, especialmente, en técnicas para la identificación, requisa y captura de sospechosos.
“Deben tener más malicia para enfrentar la criminalidad que sigue aumentando en todo el país”, comentó Leonel Romero, jefe de seguridad del hospital México.
Recordó que cuentan con poco personal, por lo que es urgente aumentar el número de oficiales.