Mucho ha cambiado desde aquellos tiempos.
Cuando los cardenales se reúnan en la Capilla Sixtina este mes, las prioridades consideradas para seleccionar al sucesor del papa Juan Pablo II reflejarán 26 años de profundos cambios: la creciente influencia del clero latinoamericano y africano, las presiones en busca de reformas en el sacerdocio tras los escándalos de abuso sexual, y las esperanzas de liderazgo del Vaticano para tender puentes entre occidente y el mundo musulmán.
Esos factores deberán traducirse, eventualmente, en la escogencia del nuevo papa. La rapidez o lentitud con que surja un nuevo pontífice probablemente indicará qué temas han predominado en el proceso secreto.
Islam. Durante el anterior cónclave, en 1978, prevalecían las preocupaciones por un comunismo que asfixiaba la religión. Ahora la Iglesia debe enfocar cómo coexistir con el islam y enfrentar los extremismos que vilipendian a occidente e inspiran el terrorismo.
"El próximo papa deberá lidiar con esto del mismo modo en que Juan Pablo II usó su autoridad para contribuir a derribar el Muro de Berlín", dijo John Voll, director del Centro para el Entendimiento Musulmán-Cristiano en la Universidad de Georgetown. "Este Papa puso al papado en el escenario geopolítico. No puede haber marcha atrás".
Un cardenal considerado particularmente sensible a las preocupaciones islámicas es el nigeriano Francis Arinze, de un país dividido entre cristianos y musulmanes cuyos choques han cobrado miles de vidas desde fines de los años 90.