A dos meses de que se celebren las elecciones nacionales del 2 de febrero, el país no tiene un claro favorito para ocupar la silla presidencial. La moneda está en el aire y gira sobre un electorado caracterizado por la inestabilidad.
El apoyo hacia Johnny Araya se desplomó entre setiembre y noviembre. A la vez, subieron las intenciones de voto en favor de José María Villalta y Otto Guevara, así como el porcentaje de gente que no sabe por quién votar.
Así se desprende de la más reciente encuesta de Unimer para La Nación, confeccionada con base en entrevistas personales con 2.416 ciudadanos entre el 8 y el 20 de noviembre.
Entre los probables votantes, ahora la preferencia por Villalta, del Frente Amplio, oscila entre un 17% y un 22%; mientras que por Guevara y Araya, de Movimiento Libertario (ML) y Liberación Nacional (PLN), se mueve entre un 14% y un 19% en los dos casos.
En dos meses, el apoyo máximo para el liberacionista cayó del 38% al 19%, con lo que perdió la ventaja que sostuvo por meses.
El frenteamplista fue el que más creció; su línea superior pasó del 10% al 22%, mientras que el libertario pasó del 12% al 19%.
El grupo de los probables votantes representa poco más del 70% del electorado y está constituido por los que ya decidieron el voto y los que están indecisos.
En este caso, el margen de error de la encuesta es de 2,4 puntos porcentuales.
Después de los tres primeros candidatos, Luis Guillermo Solís, de Acción Ciudadana (PAC), reúne de un 3% a un 8% de apoyo. Y Rodolfo Piza, de la Unidad Social Cristiana (PUSC), hasta un 5%.
El grupo que no sabe por quién votar ahora oscila de un 19% a un 24%. El estudio se efectuó mediante entrevistas a domicilio y tiene un nivel de confianza del 95%.
Hechos. En forma paralela, se duplicó la cantidad de gente que dice que jamás votaría por Araya. La cifra pasó de un 15% a un 35%.
Los números cambiaron en un período marcado por varios hechos. Rodolfo Hernández renunció a la candidatura del PUSC, lo que benefició sobre todo a Villalta.
La labor de la presidenta Laura Chinchilla también incide, principalmente en detrimento de Araya.
El liberacionista, quien tiene una reducida exposición en debates, enfrentó críticas en redes sociales por su aparición en el camerino de la selección de fútbol cuando esta clasificó al campeonato mundial de Brasil, así como por haber dicho que un casado valía ¢1.000.
El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ordenó al PLN retirar su propaganda de una campaña de servicios médicos que desarrollaba Sandra León, esposa de Araya.
Araya y Villalta, en tanto, son los candidatos con mayor participación en redes sociales.
El frenteamplista también enfrentó críticas porque su candidata a vicepresidenta, Dagmar Facio, dijo que avalaba políticas del expresidente venezolano Hugo Chávez.
Deciden al filo. Casi 6 de cada 10 ciudadanos afirmaron que, las veces que han votado, decidieron el sufragio al final de la campaña. Un 26% lo definió faltando uno o dos meses para las elecciones. Un 16% lo hizo pocos días antes y otro 16%, el propio día de la votación.
Sobre la participación en los comicios, hoy el electorado está partido en tres. Los que ya eligieron al candidato suman el 37%; los indecisos el 33%; y los que se abstendrían, casi un 30%. Es decir, 1 de cada 2 posibles electores está indeciso.
Más duros. A excepción de Villalta, todos los candidatos reciben más opiniones negativas que positivas. A la vez, el frenteamplista, Solís y Piza aumentaron sus niveles de conocimiento entre el público.
Persiste el hecho de que la mitad de la gente no simpatiza con ningún partido, y el grupo que apoya al PLN cayó de un 25% a un 16%, su nivel más bajo de los últimos años. El PUSC también bajó a un 6% luego de que, en junio, alcanzó un 17%.