La primera impresión que da este grupo de personas, al verlos de noche a la orilla de la calle, es que están en un rezo o una vela. Pero no es así.
En realidad, desde hace mes y medio, los vecinos de El Bajo de la Candela, en el barrio El Roble en el centro de Alajuela, se reúnen cada noche para conversar y alejar a los delincuentes.
Los fines de semana, inclusive, realizan ventas de comidas y rifan canastas de víveres. Los fondos que recaudan los usarán para comprar cámaras de seguridad, las cuales les facilitarán la tarea de vigilar su barrio.
No portan ningún tipo de arma: solo se equipan con abrigos y los refrescos que les regala el dueño del abastecedor.
“También nos da vasos y paquetes de papas. Él nos ha ayudado mucho, y también le sirve porque ya le habían robado varias veces”, contó Jeanette Córdoba.
Esa pulpería queda justo al frente de la esquina donde tienen lugar los encuentros, en el que participan unas 35 personas.
Ahí permanecen de 7 p. m. hasta pasadas las 11 p. m. Para organizarse se valen de redes sociales y la aplicación WhatsApp, medios que también usan para alertar de situaciones sospechosas.
“En mi casa, cada noche en el portón se ponen dos candados, y en la puerta de adentro cinco. Uno pasa encerrado para ver si acaso no le hacen nada. Esa es la razón por la que hacemos esto”, explicó uno de los vecinos, que prefirió no identificarse por temor a sufrir represalias.
Los residentes reconocen que han recibido mucho apoyo de parte de la Policía, pues cada noche reciben una visita de una patrulla que realiza rondas en el mismo barrio que ellos esperan poder hacer más seguro.
Éxito. Tras unas semanas de guardia, como le dicen, ya se ven resultados: los mismos vecinos afirman que cada vez es menos frecuente ver a sujetos que llegan a vender drogas, y que los asaltos han disminuido notablemente.
“Ojalá que la gente vea este caso, lo pongan en práctica donde viven y les dé resultados”, opinó Mariano Barquero.
Muchos se sientan en el suelo, otros en las gradas de alguna de las casas y algunos sacan bancas. Al encuentro llegan hombres y mujeres de todas las edades, en buzo o con la ropa del trabajo. Incluso hasta las mascotas asisten a la reunión vecinal.
“Salen amistades que uno antes no tenía, a pesar de vivir tan cerca. También se conversa y se comparten historias”, resaltó Barquero.
Randall Picado, director regional de la Fuerza Pública en Alajuela, consideró que además de disminuir la inseguridad, ese es el mayor beneficio de este tipo de iniciativas: “Lo que ha andado mal en este país es la falta de solidaridad y de sentido de comunidad, nosotros promovemos crear este tipo de tejidos”, señaló.
Eso sí, recalcó que bajo ninguna circunstancia las personas deben exponerse a riesgos excesivos ni enfrentar a los delincuentes, ya que esa tarea le compete únicamente a la Policía.