Santa Cruz y Cañas. "Este invierno ha estado tan malo que uno ni siquiera se embarriala".
Así retrató Carlos Campos, administrador de la finca ganadera Jeyser, de San Miguel de Cañas, lo que a su juicio ha sido una de las peores estaciones lluviosas de los últimos años.
Al igual que muchos otros productores agrícolas y ganaderos de Guanacaste, Campos está tomando medidas para que el próximo verano no lo tome con la guardia baja.
"Estamos pasando reses a otras fincas, por la zona de Parrita, porque ahí ha llovido un poco más", detalló.
Allen Zúñiga, quien siembra melón y sandía en Liberia, también sabe que muy pronto llegará la época de las vacas flacas.
"Cuando la ëcosaí está muy mala busco trabajo en alguna construcción, para ganar un poquito más. Tengo una familia que mantener", indicó Zúñiga.
Luis Guillermo Guevara, productor de maíz de Santa Cruz, se las ingenia para compensar el déficit de lluvias.
"Estoy usando el agua de un río que pasa cerca para ayudar en el riego. El problema es que cuando el invierno está tan malo la mazorca sale más pequeña y con menos granos".
Es decir, como si fuera un niño con problemas de nutrición.
Estrategias
Eduardo Canales, administrador de la finca Limonal, de Santa Cruz, explicó que están sobrealimentando al ganado para que cuando llegue el verano las reses tengan una buena reserva de grasa.
"A nosotros nos ha salvado que aquí cerca pasan los ríos Lajas y Desjarretado. Pero este último pasó casi seco el verano pasado, así que no podemos confiarnos", expuso.
Otro de los trucos para vacunarse contra las penurias de la próxima estación seca es utilizar un tipo de pasto llamado "brachiaria".
"Ese pasto resiste mejor la sequía. Lo hemos tenido que usar desde hace varios años, en lugar de, por ejemplo, el jaragua, que se deteriora mucho cuando no llueve", indicó José Aguirre, de la finca Marcil, de Cañas.
Réiner Zúñiga, sembrador de maíz y arroz en Filadelfia, confesó que apelará a la solidaridad familiar si la situación se le complica demasiado.
"El sembradío de arroz tiene parches amarillos por la falta de agua. Pero en nuestra familia nos ayudamos entre todos cuando a alguno le va mal. Por eso en mi casa nunca va a faltar el pan en la mesa".
Colaboró Albert Marín, fotoperiodista de La Nación.