Un total de 346 vehículos fueron decomisados por la Policía de Tránsito entre el 1° y el 25 de diciembre, debido, principalmente, a que sus conductores viajaban ebrios o a alta velocidad.
Solo en la noche del 22 de diciembre se retuvieron 112 automotores en el casco metropolitano, dijo el director de la Policía de Tránsito, Rodolfo Solano.
El funcionario indicó, no obstante, que si se toma en cuenta a todas las delegaciones en el país la cifra podría llegar a 550 vehículos.
Luis Araya, de la Unidad de Alcohol de la Policía de Tránsito, explicó que en el 80 por ciento de las detenciones de carros la razón fue el estado de ebriedad de los choferes.
El restante porcentaje corresponde a personas que guiaban sus carros a alta velocidad o lo hacían en forma temeraria.
En ambos casos deberán pagar una multa de ¢26.000.
"Lo bueno es que se saca de circulación a esos conductores, pero el espacio (en los patios) es limitado; además, la fila de conductores que vendrá a retirar sus vehículos el 2 de enero será enorme", comentó Araya.
El trámite
Los vehículos puestos fuera de circulación no saldrán de los depósitos, sino hasta que el propietario pague la multa y presente una orden judicial emitida por el tribunal correspondiente.
Si se trata de choferes temerarios, en los casos más graves se exponen a que les suspendan su licencia durante seis meses.
El oficial de tránsito Kenner Rodríguez dijo que es muy fácil identificar a un conductor ebrio, pues su forma de manejar es distinta y las pruebas de alcoholemia con alcosensores son muy seguras.
Estas medidas se mantienen en las principales rutas del país hasta hoy, 1° de enero, en el marco del operativo de control del retorno de turistas desde las playas.
Así las cosas, en la carretera Bernardo Soto, entre el cruce a Atenas (Manolo's) y el aeropuerto Juan Santamaría, se circula solo en un sentido desde ayer, para facilitar el retorno a la capital.
Quienes viajen en dirección contraria deben hacerlo por la ruta que pasa por el barrio San José de Alajuela, para salir en Manolo's.
Colaboró Carlos Borbón, fotógrafo de La Nación.