Más de 5.000 estudiantes de cuatro escuelas urbano marginales tienen tres horas y 35 minutos cada día para aprender, repasar y practicar los mismos contenidos que otros alumnos reciben en al menos cinco horas diarias.
Estos niños están matriculados en las cuatro escuelas de triple jornada que todavía funcionan en el país: Finca La Caja en La Carpio, La Uruca, y Rincón Grande, en Pavas, San José. También la de Tejarcillos, Alajuelita, y Sector 7 de Los Guidos, Desamparados.
El tiempo efectivo de clases aún es menor pues la jornada incluye un descanso de 15 minutos dividido en dos recreos, así como la asistencia al comedor porque para muchos pequeños esa es su única opción de almorzar.
La carrera contra el reloj obliga a los maestros a apresurar las explicaciones, reducir las prácticas en el aula y recurrir a las tareas para que los chiquillos repasen. Además, son contadas o inexistentes las lecciones de materias especiales como por ejemplo Música o Educación Física.
Ni siquiera las clases de los sábado los equipara con los demás escolares, máxime, que ese día aumenta el ausentismo.
En esas escuelas la primera tanda de clases empieza a las 7 a. m. y termina a las 10:35 a. m. Luego, a las 10:45 a. m. llegan otros grupos y se retiran a las 2:20 p. m. y los últimos van de 2:30 p. m. a 6:05 p. m.
Por años han funcionado así debido a la sobrepoblación y falta de terrenos para nuevas aulas.
Por ejemplo, solo en la escuela Finca La Caja, en La Carpio, hay 1.850 niños pero solo 19 aulas.
Para que ahí se trabaje en doble jornada (de 7 a. m. a 12:10 p. m. y de 12:40 p. m. a 5:30 p. m.) habría que ubicar 48 alumnos por grupo.
Leonardo Garnier, ministro de Educación, reconoció que estos centros no deberían funcionar con esos horarios. Sin embargo, explicó que la carencia de terrenos impide ampliar las escuelas.
“No es un problema de falta de dinero para construir aulas o para contratar docentes, sino que no hay más espacio”, aseguró Garnier.
“Es evidente que en esa cantidad de horas es muy difícil cubrir la materia con la misma forma, calidad y parsimonia que en los otros centros”, dijo Garnier.
Especialistas en educación también criticaron el modelo.
“Me parece una total desigualdad porque en la parte pedagógica están en desventaja. Estos muchachos no tienen el acompañamiento necesario del maestro (por la falta de tiempo). ¿Con qué formación competirán en secundaria?”, cuestionó Xinia Salmerón, directora de Educología de la Universidad Nacional (UNA).
Pablo Sisfontes, director de la Escuela de Educación Básica de la UNA, opinó que el docente debe planificar muy bien para aprovechar las pocas lecciones.