San José (Redacción)
De una comunidad preocupada al ver sus cuadras vacías y oscuras en las noches, a un faro gastronómico, cultural y social, barrio Escalante mutó su imagen y sustancia en cuestión de un lustro.
Pero el suburbio josefino que conocemos hoy no es consecuencia del azar, sino resultado de una cooperación vecinal y un fenómeno mayor del cual le contaremos todos los detalles este domingo, en la Revista Dominical.
Durante dos semanas, el periodista Alessandro Solís entabló conversaciones con vecinos, comerciantes, visitantes, asociaciones de vecinos y restaurantes, y políticos, para definir exactamente cómo fue que Escalante se convirtió en el barrio de moda en la ciudad.
En sus palabras, así fue la experiencia detrás de las páginas:
Entre 2009 y 2010, trabajé en barrio Escalante, cuando las opciones de restaurantes sobre la calle hoy conocida como Paseo Gastronómico La Luz no eran más que cinco y comerse esquinas a través de lotes baldíos de los cuales ya no queda ninguno.
Desde entonces, siempre me fascinó el barrio, su parque Francia y algunos de los comercios que en él se han izado, pero no fue hasta después de presenciar el último Festival Gastronómico La Luz que comprendí la importancia de un espacio tan disímil al resto de lo que ofrece San José.
Entre varios colegas empezamos a preguntarnos cómo fue que habíamos llegado aquí: ¿fue el destino el que puso a todos esos restaurantes en un mismo barrio, o este nivel de barrio organizado solo se puede lograr con planificación?
Rápidamente aprendí lo obvio: el caso de Escalante es extraordinario, en el tanto se trata de una unión de vecinos que le propone al gobierno local un plan de renovación, y que le entrega en detalle todas las formas de lograrlo.
De ahí en adelante surgieron asuntos más importantes en los que profundicé en un especial de ocho páginas en el que abordamos desde la historia de la finca sobre la que se construyó el barrio, hasta todo lo que falta por hacer para que Escalante sea una "mini-ciudad sostenible en sí misma", como anhelan algunos vecinos.
—Alessandro Solís
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Además de la portada y las secciones fijas –Tinta fresca, La nota curiosa y El álbum–, en la revista de esta semana le presentaremos una forma de turismo alternativo, la cual elude los grandes y lujosos hoteles en pro de una experiencia más integral.
Yorkín y Rancho Grande, dos comunidades del Caribe, recibieron a un equipo de Dominical y mostraron su calidez, hospitalidad y autenticidad mediante actividades que nada tienen que ver con piscinas y bares.
Adicionalmente, incluimos un análisis de cómo ha cambiado la forma de consumir y producir televisión en cosa de diez años, centrándonos –naturalmente– en el gigante del medio: Netflix.
Son 24 páginas de contenido las que lo esperarán para acompañar su domingo.