Atrás quedaron los sustos y confusión de palabras. Ahora, Miguel Perdomo es uno más en el Liceo de Moravia.
Hace dos años llegó desde Bogotá al lado de su familia. El joven, de 13 años, aceptó que al principio fue un poco difícil adaptarse al cambio, pero se ajustó con rapidez.
"Llegamos en las vacaciones antes de que comenzara el curso, y esto nos ayudó a evitar problemas. Gracias a Dios siempre me ha ido bien en el estudio", comentó el vecino de Montelimar de Goicoechea.
Su hermana de seis años, María Camila, ingresará a primer grado de la escuela Porfirio Brenes, en Moravia. Y aunque ya sabe leer y escribir, cuenta los días para empezar.
Sus padres, Miguel Perdomo y Marisol Marín, manifestaron sentirse felices con la aceptación que han tenido sus hijos.
"Los maestros y compañeros los quieren mucho y han aprendido bastante. Siento que el nivel educativo de aquí es muy parecido al de allá", dijo Marisol.
Pero no todo ha sido tan sencillo, y los chicos recordaron las confusiones que se hacían con algunas palabras.
"Yo a la maestra no le decía Niña, como los demás compañeros, porque no lo es, yo le decía maestra", comentó Camila.
Por su parte, Miguel Ángel comentó que la geografía y la historia le causaron ciertas trabas, porque aún está muy involucrado con el entorno colombiano.
Y esto también le sucede a la nicaragüense Lisette López, quien ingresará a sétimo año en el colegio Luis Dobles Segreda, en La Sabana.
Su madre, Rosa García, hizo énfasis en que en nuestro país el nivel de exigencia es mayor.
Sin embargo, el pequeño Ismael Guerrero lamentó "las molestadas" que le dan sus compañeros de la escuela Finca La Caja, en La Carpio.
"Ellos dicen que los nicaragüenses son unos vagos o tontos, pero con mis notas (85 y 90) les demuestro lo contrario. A mí me gusta aprender", aseveró el niño de nueve años, quien se siente uno más en el aula.