Limón
Este domingo, Carmen González hará el segundo intento para ganar la prueba de bachillerato en Matemáticas. Para ella, más que un examen, es la puerta hacia un futuro más prometedor.
Ella y sus dos hijos viven en un pueblo llamado Las Nubes, en Valle La Estrella. A su casa se llega luego de una hora de viaje desde el centro de Limón, cruzando un puente de hamaca y por un camino de lastre.
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"Este es un lugar de pocas oportunidades para trabajar. He estado buscando, pero en casi todo lado piden el bachillerato... Entonces tengo que seguir", dijo, convencida.
El hogar formado por esta madre de 26 años, y sus hijos Britney, de nueve; y Emerson, de dos, forma parte de las 252 familias que el programa Puente al Desarrollo atiende en Valle la Estrella, el distrito con la mayor cantidad de personas en pobreza extrema del país: 5.309.
"Carmen se ha tomado muy en serio el hacer un cambio en su vida, principalmente por el tema de estudio", asegura Yerling McClean, la trabajadora social que atiende su caso.
La meta de Carmen es ser maestra de primaria. Antes deberá terminar el colegio, pero le ha costado mucho.
"Antes, me iba a clases solo con los pases, sin nada para la merienda. Lo que hacía si me daba hambre era ir al tubo y tomar mucha agua, para llenarme el estómago con eso", recordó.
El dinero para el pasaje del bus lo pellizcaba de la beca otorgada para los estudios de su hija. Ahora cuenta con ¢75.000 mensuales que el plan Puente le deposita para ayudarle a satisfacer sus necesidades básicas. El objetivo es que, al cabo de dos años, los beneficiarios sigan solos pero ya con un empleo o un negocio propio.
Según los datos del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), en Valle la Estrella viven 5.309 personas en pobreza extrema.
Un poblador de zona rural bajo esa condición tiene para subsistir cada día ¢1.300, de acuerdo con el cálculo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). La suma asciende a ¢1.600 diarios si se es pobre extremo en la ciudad.
No obstante, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) que usa el IMAS toma en cuenta otros aspectos.
"Valoramos la situación de infraestructura del hogar y los servicios que reciben: desde Internet hasta agua potable y electricidad", explicó Emilio Arias, presidente ejecutivo del IMAS.
En Costa Rica hay 347.920 personas (7,2% de la población) en extrema necesidad.
La meta del programa Puente, del gobierno Solís Rivera, es llegar a 54.600 hogares en esa situación. Arias aseguró que hasta ahora la cuenta está en 27.418. El jerarca aseguró que la meta estará cumplida en el 2018.
En el programa, solo el IMAS ha invertido ya ¢40.000 millones. Tal cifra no incluye el aporte de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el Fondo Nacional de Becas (Fonabe) y otras entidades.
Desventaja
De acuerdo con Arias, un 80% de las familias que participan en el plan Puente tiene como cabeza a una mujer.
Tal es el caso de Jacqueline Santander, de 34 años y madre de cuatro niños.
La familia vive al final de un laberinto de bananales, donde cuando hace sol se levanta polvo y cuando llueve se inunda.
Salir a hacer un mandado implica invertir ¢5.000 colones, precio que cobran los transportistas informales por un viaje desde Valle Las Rosas, donde viven, hasta Limón centro. El servicio de buses es muy malo, explica Santander, y no se puede depender de él.
Por eso la familia sale poco de la casa en la que ni siquiera hay campo para todos. Desde hace un año, don Octavio Santander, papá de Jacqueline, vive con ellos, tras sufrir un infarto. Eso implicó que Byron, el hijo mayor, tuviera que irse a vivir con unos tíos, y que Ashley, de 14 años, duerma en el suelo.
La jefa del hogar cuenta que hace un tiempo logró conseguir empleo en una bananera, pero el salario apenas le alcanzaba para pagar el cuido de sus hijos, por lo no resultaba rentable.
A pesar de tanta dificultad, Jacqueline cree que cuando logre tener su propia venta de comidas todo será mejor. Su primer paso será terminar la escuela: "Nunca es tarde, las puertas siempre se siguen abriendo", aseguró.
Presidente ejecutivo IMAS: 'Nosotros vamos a buscarlos'
¿Cómo califica, hasta ahora, la ejecución del plan Puente?
Puente ha sido un cambio de paradigma en el método de atención (...); la idea no es que la gente en pobreza venga a hacer filas, sino que, mediante la priorización, nosotros vayamos a buscarlos.
”La búsqueda de familias dejó de tener un tinte político y se sustenta por instrumentos técnicos (...). En el primer año, cumplimos el objetivo de tener la mitad de las familias. El año entrante entrarán las demás, para llegar a las 54.600”.
¿Cómo describir a las familias en pobreza extrema?
Si bien es cierto, tienen una falta de ingresos para cubrir sus necesidades básicas, como la alimentación o que los chicos vayan a la escuela, también valoramos la situación de infraestructura del hogar y los servicios que reciben: desde Internet hasta agua potable y electricidad.
San Isidro de El General es el distrito donde más familias se han incorporado al plan Puente. ¿Por qué?
La Región Brunca es la que concentra la mayor cantidad de pobreza del país, entonces es absolutamente coincidente. En Pérez Zeledón, pasa mucho que los hombres migran fuera del país y que las mujeres queden solas, lo que provoca vulnerabilidad.
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En el 2014, la pobreza extrema alcanzó su punto más alto, con un 6,7% de la población. ¿A qué cree que se deba?
Mi tesis es que tiene que ver mucho con que quienes recibían beneficios de las entidades eran los que tenían el conocimiento para llegar a la institucionalidad, y los que están en pobreza extrema no tienen ni los pases. Entonces, por mucho tiempo, las ayudas llegaban no necesariamente a la población en pobreza extrema.
”Otra razón es que la distribución y planificación de recursos no se hacía con respecto a información técnica, sino sobre la base de decisiones políticas, y que los recursos de las instituciones se daban de forma desarticulada”.