A sus 19 años, Fernanda Morera todavía llora recordando el bullying que sufrió hace cinco años en su centro educativo.
Su gusto por el cantante canadiense Justin Bieber hizo que sus compañeros la excluyeran, se burlaran de ella y volvieran “un infierno” el ir a clases.
“En las portadas de mis cuadernos y en mi cartuchera imprimía fotos de Justin Bieber y las pegaba; un día llegué y todo estaba destruido. Me decían ‘sin cerebro’, ‘que buscara una vida’. Yo lo que quería era llegar a mi casa y desaparecer; meterme en mi cuarto, mi cueva, pero ni siquiera allí estaba tranquila”, contó Morera, quien es vecina de San Pedro de Montes de Oca.
El bullying o acoso estudiantil que la acompañó durante dos años en el colegio, es una amenaza latente para los niños y jóvenes en las aulas.
En el 2015, la Contraloría de Derechos Estudiantiles del Ministerio de Educación Pública (MEP) recibió 248 denuncias por matonismo, distribuidas en 157 quejas de acoso físico, 83 de tipo verbal y ocho por Internet.
Los casos reflejan un aumento en comparación con el 2014, cuando se registraron 229 incidencias. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos casos de bullying no salen a la luz y las víctimas lo viven y afrontan solas.
“La persona agredida puede reaccionar de muchas maneras, como con depresión o ansiedad. Esto puede repercutir en el individuo hasta 40 años después si no se le brinda ayuda. Llega a tal grado de sufrimiento que algunos jóvenes toman la decisión de suicidarse. El bullying nunca será un juego”, explicó Virginia Rosabal, coordinadora del Programa de Salud Mental de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Según datos del Ministerio de Salud, en el 2014 se registraron 21 suicidios de jóvenes debido al acoso estudiantil.
Protocolo. Ante una sospecha de este tipo de agresión, el MEP ordenó a los docentes activar un protocolo para su atención.
El documento detalla en ocho pasos generales, pautas, definiciones y acciones específicas inmediatas para intervenir ante situaciones de violencia, acoso y matonismo, dentro y fuera del centro educativo.
Entre los pasos están comunicación a las familias, entrevista con las partes y seguimiento.
Rosabal aconsejó a los padres que, cuando vayan a un centro de enseñanza para matricular a un hijo, se cercioren de que tenga un programa para prevenir el acoso estudiantil.
Ciberbullying. Cuando se mencionó que la joven Fernanda Morera no podía estar tranquila por el bullying ni siquiera en su casa, es porque al abrir su computadora veía como en las redes sociales los insultos continuaban.
“Un día un compañero posteó una aplicación en Face para recoger firmas para echar a Fer Morera del Facebook. Me hizo tanto daño ver personas comentando ese post. Tenía más de 200 likes. Todo el mundo lo estaba leyendo. Me hizo sentir que yo no tenía a nadie. Por dicha, mi familia me apoyó mucho”, contó Morera.
La abogada Carolina Celada, de 26 años, se basó en una experiencia personal para escribir un libro sobre ciberbullying.
“El acoso que recibí en la escuela y colegio, me afectó mucho; me daban crisis de nervios y me hacía daño; me arrancaba el pelo. Tuve que salirme del colegio y buscar otro”, relató Celada.
En su libro cuenta casos de acoso estudiantil por Internet y habla de la legislación nacional e internacional sobre el tema.
En el perfil de Facebook, Stop Bullying Costa Rica, que cuenta con unos 30.000 seguidores, Celada y Morera cuentan sobre sus experiencias y escuchan y aconsejan a otros muchachos que afrontan tales situaciones de acoso.
“Damos apoyo a los jóvenes, vamos a las escuelas y colegios a hablar del tema e instamos a los jóvenes a denunciar, a no quedarse callados. También hay muchos padres que nos escriben para informarse sobre cómo denunciar. Nuestro objetivo es que el bullying no regrese más a los ‘ coles’ ”, afirmó Celada.