El celular como propiedad privada de cada estudiante convierte al aparato en un objeto intocable que desafía la autoridad de los docentes en el aula.
El enemigo tecnológico de los profesores es un distractor en las lecciones y una herramienta para que los alumnos hagan trampa en los exámenes.
Los educandos llevan fotografías de la materia a la prueba mediante el teléfono inteligente o comparten respuestas por medio de mensajes de texto.
Pese a que el Ministerio de Educación Pública (MEP) tiene el Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes, que prohíbe el uso del celular durante la ejecución de una prueba, los docentes no disponen de la potestad de decomisar o utilizar el celular del estudiante.
“Los educadores estamos maniatados. A los muchachos, no se les puede decomisar el celular y hay quiénes amenazan con demandarnos. Uno procura aplicar el reglamento e impedir el uso pero hay estudiantes que son retadores”, dijo Adriana Cantero, profesora del Liceo de Belén de Carrillo, Guanacaste.
El dolor de cabeza para los profesores implica que hay estudiantes que durante toda una lección envían mensajes, responden llamadas, escuchan música y aplican “forros digitales” para copiar en las pruebas.
“Hay compañeros que se pasan respuestas por mensajes, sacan fotos de la materia. El celular salva a más de uno de no quedarse. En las pruebas de bachillerato sí hubo mucho control”, manifestó Allan Herrera, estudiante de undécimo año, en el Liceo Luis Dobles Segreda, en La Sabana.
Control. Durante las pruebas de bachillerato, los delegados del MEP recurren a estrategias como pedir a los estudiantes que guarden el teléfono celular en el bulto, que los apaguen y que no los coloquen sobre el pupitre.
“Fuimos estrictos para evitar cualquier tipo de fraude en las pruebas de bachillerato, partiendo del hecho de que la tecnología es un medio para hacer trampa en las pruebas”, afirmó Marco Cubero, delegado ejecutivo en el Liceo Luis Dobles Segreda.
La falta de rigurosidad y una denuncia de anomalías en la aplicación de las pruebas del MEP en cinco colegios de Limón impulsó al Ministerio Público a decomisar 105 celulares para corroborar si hubo fraude en la prueba.
La ministra de Educación, Sonia Marta Mora, manifestó que cada centro educativo es responsable de aplicar el reglamento y que es inadmisible que el estudiante utilice el celular mientras se realiza una prueba.
“Hay protocolos y no creo que estén mal diseñados, es responsabilidad del profesor no permitir que usen el aparato mientras hacen la prueba”, añadió Mora.
El exjuez y abogado penalista Bernal Luis Salazar coincidió con la ministra en que el profesor tiene la potestad de establecer las propias reglas del juego dentro del salón de clase.
“No se puede hacer un decomiso, pero sí poner las reglas claras de que el uso del celular es prohíbido y que de lo contrario se pierde la prueba. Hay que poner límites a los estudiantes”, aseveró el abogado Salazar.
La Contraloría de los Derechos Estudiantiles del MEP es enfática en que el docente no puede revisar las pertenencias privadas de los estudiantes en el centro educativo.
“Hay compañeros que se enfrentan ante un profe cuando los regañan por usar el celular. Pero no se los pueden decomisar porque es privado”, detalló Douglas Hamilton, estudiante del Liceo Luis Dobles Segreda.
Los docentes coinciden en que las sanciones por aplicar la norma solo los perjudica a ellos, ante el riesgo de futuras demandas.