Aphril Agüero, alumna trans del Colegio Técnico Profesional de Pavas, se quejó porque una profesora insistía en llamarla por el nombre masculino que le pusieron al nacer.
Otra estudiante trans del Liceo de San Carlos denunció que no le permitían ir a clases con cabello largo y pantalones tallados. Por último, un niño de seis años ingresó al kínder y se identificó como niña.
Los trans son personas que no se identifican con el género con el que nacieron.
Estos casos fueron un campanazo para el Ministerio de Educación Pública (MEP) que contactó, a finales de marzo, a la Fundación Transvida para que juntos elaboraran un manual para orientar a los docentes sobre la forma de abordar a esa población en escuelas y colegios.
La idea es evitar que la discriminación haga que estos alumnos se retiren del sistema educativo, tal y como sucedió en años anteriores a personas trans , muchas de ellas integrantes de Transvida.
“Nos pidieron hacer un grupo focal con varios trans que desertaron por discriminación para recoger experiencias y ver en qué había que trabajar. Se tomó en cuenta respetar cosas como la vestimenta y el nombre que cada persona quiera utilizar”, explicó Dayana Fernández, vocera de la organización.
Una de las que participó en el grupo focal fue Natalia Porras, de 27 años, y vecina de Pavas. Ella se salió del colegio en sétimo año.
“No soportaba las humillaciones de compañeros y profesores por ser una mujer trans . Me decían que yo era una vergüenza para el colegio y que mi futuro estaría en una esquina, por mi apariencia. Me cansé de esto, creía que nunca iba a parar, por eso me salí del cole”, contó Porras.
El proyecto del MEP está en etapa de diseño y planificación.
“Para el Ministerio, es importante escuchar y sumar el apoyo técnico de las organizaciones de la sociedad civil que han acumulado experiencia trabajando con poblaciones sexualmente diversas”, informó la entidad.
El proceso está a cargo de un equipo técnico interdisciplinario, integrado por profesionales de distintas dependencias.
Se pretende que los integrantes de Transvida participen en las capacitaciones a los docentes para que sepan cómo actuar en caso de que un estudiante se identifique como trans , cómo detectar y evitar el bullying y, sobre todo, hacer que se respete su identidad de género.
De vuelta a las aulas. Dayana Hernández aceptó ayudar a las estudiantes transgénero que están dentro de las aulas, con la condición de que el MEP lo hiciera con las que estaban en las calles y desertaron del sistema educativo.
Desde febrero, la docente Camila Schumacher les da clases a ocho integrantes de Transvida para que puedan pasar el sétimo año y, poco a poco, sacar el bachillerato mediante el programa de Educación Abierta del MEP.
Las alumnas reciben lecciones en un lugar prestado y, entre todas, aportan los materiales que se necesitan para la clase.
Solo pudieron matricularse en dos materias porque no les alcanzó para pagarlas todas. Cada una tiene un costo de ¢4.500.
“Logramos que el MEP gestionara la exoneración del pago de los exámenes para las materias y que donara los libros, porque a las muchachas no les alcanza su dinero. Ellas están muy contentas y tienen toda la disposición para aprender, pero necesitan apoyo para que logren sacar su título”, explicó Schumacher.
De acuerdo con la docente, la idea es que este el plan de enseñar a la población trans que no pudo continuar en el sistema educativo, se convierta en un proyecto oficial apoyado por el Ministerio de Educación.
“Hay 15 chicas más que quieren unirse al proyecto para sacar su bachillerato. La necesidad es muy grande”, manifestó Schumacher.
La Fundación Transvida estima que en Costa Rica hay unas 500 personas transgénero.