Alrededor de 46.500 muchachas que ni estudian ni trabajan (nini) tienen, al menos, un hijo, se dedican a los oficios domésticos en su casa, y no reciben remuneración alguna que les permita valerse por sí mismas, reveló el Decimonoveno Informe del Estado de la Nación .
Estas mujeres representan el 23% de toda la población nini del país, calculada en 2011 en 202.000 muchachos, entre los 12 y 24 años.
De esas 46.500 mujeres, 93% son mayores de edad; el 85% no completó el colegio y el 57% vive en unión libre o “juntada” con una pareja.
El informe revela que el 66% tiene un hijo, mientras que el 28% tiene dos y el 6%, tres o más. Una de cada cinco de estas mujeres es extranjera y hay más en la zona rural que en la urbana.
La cantidad de chicas en esta condición se redujo un 34% desde el año 2000, cuando el Censo Nacional de Población registró 70.500 mujeres con esas características.
Aunque no hay estudios que aclaren las causas de esa disminución, los especialistas tienden a atribuirla al reforzamiento de los planes para retener a las muchachas en el sistema de enseñanza.
Estos datos provienen de un análisis elaborado para el Programa Estado de la Nación, el cual explora las características del 19% de la población entre los 12 y 24 años que no asiste a la educación regular y tampoco tiene empleo.
El informe reveló que por el solo hecho de nacer mujer, una muchacha de 20 años tendrá el doble de riesgo que un hombre de su misma edad de convertirse en nini.
Esas posibilidades se triplican para las mujeres al llegar a los 24 años. Tanto así que, por cada 100 chicas de esa edad, 38 son nini frente a solo un 11% de varones.
La proporción de jóvenes nini crece de forma sostenida a partir de los 13 años, cuando el 8% de la población de ambos sexos ni estudia ni trabaja.
Perfiles. La investigación detectó cuatro perfiles de nini. El primer grupo es el de los desempleados, que son aquellos que buscan trabajo, pero no lo encuentran.
El segundo es el de las mujeres con responsabilidades, con hijos y dedicadas a labores domésticas. El tercero lo forman quienes van a algún tipo de educación extraescolar (cursos libres); y el último grupo es el tradicional núcleo nini.
Según la investigadora Antonella Mazzei, el segmento de mujeres con responsabilidades, que abarca a unas 46.484 jóvenes, se diferencia de los otros grupos por cuanto están ocupadas con un trabajo no remunerado.
Mazzei enfatizó que este es el grupo más vulnerable por tener la menor educación de los cuatro.
“Del total de estas mujeres (nini), prácticamente el 80% se dedica a los oficios domésticos y a cuidar a sus hijos. La gran mayoría de ellas arrastra un tema de género y patrones culturales, sobre todo quienes viven en las zonas rurales”, dijo.
Para la socióloga experta en género, Montserrat Sagot, la alta tasa de mujeres nini tiene que ver con el embarazo adolescente.
“Un embarazo a tan temprana edad generalmente tiene un efecto directo sobre la educación ya que son muy pocas las que consiguen llevar adelante el embarazo y continuar estudiando.
”Se empieza a construir un ciclo de exclusión y desigualdad ya que un nivel inferior de educación es un grave obstáculo para tener acceso a un empleo decente y a mejores condiciones de vida”, manifestó la investigadora Sagot.
La experta asegura que, incluso, aquellas mujeres sin hijos con frecuencia dejan los estudios para asumir el cuido y la labor del hogar: “Desempeñan una tarea fundamental para la reproducción, solo que, como ocurre históricamente, el trabajo doméstico y de cuido no es reconocido como trabajo”, dijo.
Riesgos multiplicados. Jorge Vargas Cullel, director a. í. del Estado de la Nación, recalcó que los jóvenes tienen tres veces más probabilidades de ser desempleados. Si son mujeres, las probabilidades se quintuplican.
Si bien el porcentaje de jóvenes nini bajó de 24% a 19% entre 2000 y 2011, la investigación aclara que las beneficios se concentran en la población de muchachos entre 12 y 17 años, por lo que Vargas los atribuye al incremento en la conclusión de secundaria .
Reducir la población de los ninis es complicado. Aunque varias políticas podrían estar beneficiando a estos jóvenes, Vargas Cullell consideró que los programas diseñados específicamente para ellos (Educación Abierta y colegios nocturnos, por ejemplo), son limitados.
Si bien programas como Avancemos aportan desde la prevención, las políticas para recuperar a los que ya desertaron son pocas.
Pilar González, del área de Políticas Públicas del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), sostuvo que para reducir la desventaja entre las féminas se requiere de programas y políticas que trasciendan los cuatro años de cada Gobierno.
“Se requiere una mayor articulación entre el Inamu, el INA, y los ministerios de Trabajo y Educación”, expresó González.La funcionaria del Inamu destacó los esfuerzos del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), el cual presentó una política para promover la equidad de género que contempla horarios más flexibles y becas para mujeres con hijos pequeños, entre otros beneficios.
Tanto González como Mazzei coincidieron en que, además, urge fortalecer la red de cuido.
Según Sagot, también es indispensable mejorar las políticas de educación sexual y prevención del embarazo.
“Es fundamental promover procesos de transformación social que permitan ir cambiando la división sexual del trabajo y la sobrecarga de las mujeres con las tareas domésticas”, concluyó Sagot.