El maltrato que sufren cientos de escolares por parte de sus compañeros pareciera pasar desapercibido para los educadores e incluso para los padres de las víctimas.
Esta es una de las principales conclusiones de un trabajo realizado por el Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia, del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (CIDE-UNA), dado a conocer este miércoles.
Las investigadores entrevistaron a 857 niños de preescolar, tercer y sexto grado de 14 centros educativos localizados en Heredia, así como a padres, docentes y personal administrativo.
"Pareciera que las personas menores de edad identifican más violencia en el centro educativo que los adultos que ahí laboran y que las propias figuras parentales", señala el documento.
Por esa razón, la investigación concluye que hay muchos niños y niñas que "están siendo maltratadas" sin que ningún adulto conozca la situación.
Golpes y empujones están entre las principales agresiones que afectan a los escolares de los tres niveles consultados tanto dentro del aula como fuera de ella; esto en recreo, en los pasillos, fuera de la escuela e incluso en los baños.
Sin embargo, advierte la investigadora María Ester Morales, no importa cuál sea el tipo de bullying "siempre hay un impacto psicológico".
Así se desprende de las entrevistas, en las cuales casi el 50% de los estudiantes de preescolar, el 30% de tercer grado y el 10% de sexto grado afirmaron ser víctimas del bullying o matonismo.
Ese maltrato se da varias veces al día a lo largo de meses, antes de que alguno rompa el silencio o un adulto se dé cuenta.
"Todos somos cómplices de que el bullying se dé en los centros educativos", añadió Morales.
La investigadora enfatizó además en que, cuando no se implementan las medidas adecuadas para tratar un caso de bullying, el agresor adopta una conducta de venganza en contra de la persona que lo acusó, lo que deriva en que a los menores les dé miedo acudir por ayuda.
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