Hace una década se hablaba de fiestas, y luego pasamos a las barras libres. Hoy se escucha mucho sobre las intercolegiales. ¿Han cambiado las fiestas?
Sí, hemos visto un desarrollo en los últimos años. En un principio eran fiestas pequeñas organizadas por grupos de chicos con ayuda de un alumno repitiente o hermano mayor de edad, por ejemplo, en casas o parques. Estos encuentros empezaron a evolucionar y a aumentar de tamaño. Comenzó a haber barras libres de convocatoria masiva para jóvenes de ciertos estratos sociales y con cierta capacidad adquisitiva.
”Eso nos ha obligado a un abordaje más estructurado para aunar los esfuerzos de la ICD con el de otras instituciones. Cuando se empezó a dar este trabajo y con efectos positivos, las fiestas van a lugares alejados, de difícil acceso y con mayor complejidad y organización”.
Actualmente, ¿las fiestas intercolegiales son promovidas por mayores o por menores de edad?
Hemos visto ambos modelos y, más bien, es raro que sea un modelo homogéneo. El adulto requiere de los jóvenes para convocar, y el chico necesita del adulto para que ponga la cara al adquirir el alcohol.
Además de ser más compleja la organización, ¿son más peligrosos los encuentros?
Al ser apartados de núcleos sociales, nos enfrentamos a otro problema más porque, como hay poca presencia policial y casi nula participación de personas adultas, se convirtieron en focos idóneos para personas que trafican drogas.
¿De qué otras maneras se ha sofisticado este fenómeno?
No quiero satanizar las redes sociales, pero sí son un instrumento utilizado para magnificar el poder de convocatoria. Además, les permiten a los organizadores estudiar a los asistentes o seguidores para definir si son gente que quiere como mercado meta, o si, de lo contrario, podrían presentar algún riesgo u ocultar investigadores que intentan indagar sobre la fiesta.
Aparte del consumo de licor, ¿cuán prominente son los delitos vinculados a las drogas ilícitas?
Quisiera que hiciéramos una reflexión como padres porque, a final de cuentas, son nuestros hijos los que se están sometiendo al peligro.
”Esos encuentros normalmente se desarrollan sin la supervisión de adultos responsables. Piénselo de esta manera: tenemos grupos de 200 o 300 chicos que son posibles compradores de lo que sea.
”A eso súmele que, si ya están sometidos al consumo de alcohol, su capacidad de discernir y tomar decisiones adecuadas e informadas, queda sumamente limitada. Es decir, están solos, no tienen un adulto que los respalde y consumen licor. ¿Qué mejor mercado para un narcotraficante que ese?”.
¿Cómo ha evolucionado el caso de las drogas ilícitas?
Las drogas de curso tradicional, aunque sean ilegales, las personas saben que existen y las conocen, como la marihuana y la cocaína. Son drogas sobre las cuales los chicos han recibido información y campañas de prevención.
”Sin embargo, hoy día y con más facilidad se exponen a drogas sintéticas y de diseño inteligente, que no son tan identificables. Es más difícil que puedan reconocerlas, y se las puede introducir de forma inadvertida en las bebidas. Es decir, es más fácil exponerlos al consumo, incluso sin que ellos mismos lo sepan, porque así los enganchan y se garantizan un consumidor. Este es el riesgo.
¿Ya tienen registros de este tipo vínculos con narcotráfico?
En narcotráfico sí hemos visto reclutamiento de jóvenes desde las fiestas; incluso hemos tenido casos de menores incorporados no solo para el tráfico de drogas, sino también que alcanzan los mandos medios dentro de las organizaciones criminales.
¿Qué cambios han detectado en cuanto a los delitos sexuales en estos contextos?
Cada vez son más comunes porque tienen que enganchar a los jóvenes de alguna manera. Los jóvenes se exponen no solo a la explotación sexual, sino también a un sinnúmero de enfermedades venéreas. No saben quién más está en la fiesta.