“¿Por qué solo yo tengo que lavar platos, y mi hermano, no?”, le cuestionó una niña de Guanacaste a su mamá.
La duda surgió porque en la escuela le explicaron que tanto los hombres como las mujeres podían hacer labores domésticas.
El tema de los roles de unas y otros forma parte de los contenidos del Programa de Afectividad y Sexualidad para I y II ciclo (de 1.° a 6.° de escuela), que imparte el Ministerio de Educación Pública (MEP).
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El plan está incorporado en las clases de Ciencias. Lo que se procura es promover la igualdad y el respeto desde los primeros años.
La temática también se centra en el conocimiento del cuerpo humano, higiene, prevención de situaciones de riesgo, buenas relaciones, efectos de las drogas y cómo lograr cambios en las comunidades.
Incluso, al llegar a sexto grado, se les plantea a los niños el reto de pensar en su proyecto de vida, de modo que se incluye también la maternidad y la paternidad responsable.
“Lo que se ocupa a esa edad es ver cómo lo visualizan y, a partir de lo que nos dicen, podemos ir encaminando la discusión hacia la igualdad”, añadió Adriana Sequeira, asesora del MEP.
Prevención. De acuerdo con Nelson Campos, asesor de Ciencias del MEP, desde primero y segundo grado se les enseña a los menores no solo a que conozcan su cuerpo sino a prevenir abusos y cómo denunciarlos. El tema se refuerza a lo largo de los seis años.
Beltrán Seco Villalobos, orientador en la Escuela Fidel Chaves Murillo, en Belén de Heredia, comentó que así han detectado varios casos de abuso sexual, pues los niños identifican situaciones y se acercan a los maestros para contarles cosas que antes no sabían que eran incorrectas.
Según los funcionarios del MEP, el empoderamiento de los niños sobre sus cuerpos es uno de los principales objetivos que se busca con los programas.
Entre los alumnos de quinto y sexto, las principales dudas se relacionan con el inicio de la pubertad y los cambios físicos y psicológicos que esto conlleva.
Alfredo Espinoza, maestro de Ciencias en la Escuela Llorente de Flores, Heredia, recordó que en una ocasión unas niñas preguntaron si con ponerse de cabeza adelantarían la menstruación, pues a algunas ya “les había llegado” y a otras no.
Según Espinoza, uno de los grandes retos que enfrentan los educadores es lo que denominó como “el monstruo de la calle” y el acceso a Internet, que causan dudas infundadas, términos equivocados y muchos mitos.
Aunque en primaria no se aborda la temática de orientación sexual ni relaciones sexuales, si un niño hace preguntas, los maestros deben responder desde el punto de vista científico y acorde con el nivel en que se encuentra el menor.