Buenos Aires, Puntarenas Chánguena es como cualquier pueblo rural: tiene plaza, pulpería, iglesia y cantina. También colegio, y uno muy pero muy especial.
Está recién nacido, pues apenas en 2012 se transformó de telesecundaria a liceo rural. Actualmente, ahí estudian 130 muchachos.
De ellos, 18 realizan, esta semana, las pruebas de bachillerato, junto con otros 42.000 estudiantes de todo el país.
Esta es la tercera generación de bachilleres, de un caserío de peones agrícolas y ganaderos, enclavado en las montañas, a 55 kilómetros del centro de Buenos Aires.
Las dos graduaciones anteriores (2011 y 2012) lograron una promoción del 100% en esos exámenes, y se colocaron entre los primeros lugares del país.
Nada más vea: el año pasado, este liceo rural obtuvo el puesto 43 entre 823 secundarias, públicas y privadas. Si solo se toman en cuenta a las públicas, Chánguena está en la posición 13 (los primeros diez puestos están en manos de colegios científicos).
Recientemente, el colegio recibió una distinción a nivel de circuito educativo por ser uno de los centros con mejor rendimiento.
Dentro de poco, representará a la zona en la feria científica nacional, pues logró superar a otras instituciones de la región con más experiencia y estudiantes.
Estos 18 muchachos no les tienen miedo a estos exámenes. Al contrario, anunciaron que pretenden superar a sus antecesores.
Valores. El primer y hasta ahora único director que ha tenido este liceo, es Jonathan Fonseca Salazar.
El éxito académico de sus alumnos, Fonseca lo resume así: “Motivación. Juega un papel preponderante para encontrar el éxito. Cuando se abrió la institución, sabíamos que estábamos sembrando una semilla en tierra fértil”.
En Chánguena se inculca disciplina, responsabilidad y compromiso en docentes, estudiantes y padres de familia.
Al mes, hay una reunión mensual de informe a los padres. Los cuadernillos con las firmas comprueban el 100% de asistencia.
¿Disciplina? ¿Cómo? Un ejemplo: si un estudiante se atreve a rayar alguna pared del colegio, sus padres saben que tienen que asumir el costo y el trabajo de pintar nuevamente la pared.
Los cinco profesores que forman parte del equipo, trabajan tiempo extra sin arrugar la cara.
“Desarrollamos lecciones dinámicas y participativas, con el estudiante como el principal protagonista de su propio aprendizaje”, explicó Emildred Ceciliano, profesora de Matemáticas.