José María Villalta se hizo un espacio en la política nacional ayudado por un megáfono para hacerse oír en las calles.
A pesar de su juventud (36 años), se le puede retratar como un político y activista a tiempo completo. Si el “combo ICE”, a sus 23 años, lo matriculó en la lucha por temas nacionales, la del TLC le abrió su propio espacio en la política nacional.
Entró a la política partidaria con el Frente Amplio, fundado por José Merino, un “comunista imprescindible”, como lo calificó Villalta el día en que murió.
Villalta, nieto de un inmigrante español de derechas, adoptó desde joven ideas contrarias y las defendió en la política universitaria, con el partido Gente U.
Ni siquiera se había graduado en la Universidad de Costa Rica (UCR) cuando llegó como asesor a la Asamblea Legislativa, de la mano de Merino.
En el 2003 se graduó como abogado, con una tesis coherente con su pensamiento de izquierda y de defensa de la clase trabajadora. En el fondo planteaba aplicar en el país la “doctrina del levantamiento del velo” en materia de violación a los derechos laborales.
Merino dejó de ser diputado en el 2002. Entonces Villalta asesoró a Gerardo Vargas (2002-2006), uno de los 14 diputados del PAC, recién nacido entonces. No comulgaba del todo con las ideas del PAC por lo que no militó con la agrupación, pero sí trabajó para ella.
Entonces, llegó la campaña del 2006, el retorno de Merino al Congreso y la intensa lucha contra el TLC. Villalta era uno de los más y duros contendientes en los debates contra el “sí”.
Se hizo su espacio apoyado por Merino y en el 2010 encabezó la papeleta legislativa. Fue su heredero en cuesta de Moras. Fue protagonista como opositor, proponente de proyectos y líder de manifestaciones en las calles. Se especuló sobre una candidatura presidencial suya, y en febrero la selló. Ahora quiere ir a Zapote.