Ella no quiere que suene a condena o a justificación, pero cuando repasa su vivencia como presidenta, con ‘a’, Laura Chinchilla no puede dejar de reprochar la importancia que le dio la prensa a su agenda ligh t, las percepciones de algunos sectores o el hecho de que la miren, dice, aunque sin escucharla.
Usted ganó con casi un millón de votos, caso único en la historia. ¿Cree que parte del atractivo fue el hecho de ser mujer?
Durante la campaña preguntábamos las razones por las cuáles iban a votar por Laura Chinchilla y aparte de algunas condiciones que veían en mí, se expresaba con fuerza el hecho de que fuera una mujer, se asociaba con un elemento de cambio (...) lo que ya implicaba un riesgo enorme (...).
”Las mujeres no somos más que una versión diferente, no somos heroínas ni villanas, a veces se generan enormes expectativas, negativas o positivas, porque algunos están esperando el gran cambio y otros el gran fracaso para confirmar sus estereotipos”.
¿Se le ve heroína o villana?
La presidencia que yo he ejercido se prestará a un análisis más en contexto, más a la distancia.
”Hay cosas muy interesantes; las encuestas lo que siguen diciendo es que, si bien hay fuertes críticas sobre la efectividad, sobre todo en el ejercicio del Gobierno, cuando a la gente se le pregunta sobre condiciones personales asociadas a mí, sigue siendo especialmente generosa, condiciones que tienen que ver con lo afectivo, con la intencionalidad, la integridad y lo ético”.
¿Eso tendrá alguna relación con que sea mujer?
No sé, pero no deberíamos descartarlo. Me parece que las mujeres tenemos ventajas sobre el hombre en cuanto a la percepción en temas como honestidad, integridad, en el ejercicio de la afectividad. En otras áreas tendemos a perder, como en eficacia, que nos gana la percepción frente al hombre.
¿No se vieron sus esfuerzos?
Eso no ha sido noticia, otros temas sí: como si salía a marchar con los chicos en la calle o compartiendo con mujeres en ferias o participaba en programas para recoger fondos. Recuerdo que al principio se hablaba de la agenda light y, lo que yo estaba haciendo era cumplir un doble rol, cosa muy propia de la mujer. Estábamos concentrando nuestras actividades propias, los mandatos primarios pero además me puse el sombrero de primera dama. Yo no quería exigirle a mi marido que asumiera roles que otras primeras damas o las hijas de los presidentes han asumido.
¿La han medido diferente?
Algunos sectores, pero no necesariamente porque había una mala intención, lo que ha habido son patrones culturales.
”Podría contar muchas anécdotas de cómo los abordajes, muchos provenientes de la prensa, condicionan la percepción.
”La agenda light fue una, también un par de entrevistas en donde se ponían de relieve elementos asociados a lo femenino, como formas de decorar la oficina (...). En alguna ocasión, cuando llegaron a entrevistarme, había pasado el noticiero del mediodía y, como yo dejo el televisor encendido, seguía la novela. Entonces, al día siguiente, la entrevista abrió diciendo que cuando entraron al despacho de la presidenta estaba puesta la novela, por supuesto que había toda una intencionalidad. A cualquiera que la leía le quedaba en el subconsciente que la presidenta veía novelas”.
¿Y usted ve novelas?
No, nunca he visto novelas, nunca he tenido tiempo.
”Recuerdo cuando en algún momento un empresario me dijo: ‘¿qué pasa presidenta, que hace tiempo no sabemos de usted?’ y le dije: ‘diay, ¿qué pasa?, que me estoy ocupando de las cosas, ¿qué voy a estar haciendo?’. Y responde: ‘diay, como hace días no la vemos, creímos que estaba en el salón haciéndose las uñas’. Y yo nunca he ido a hacerme las uñas, me las arreglo sola”.
¿Fue blanco de estigmas?
Pareciera que fue así; sin embargo, he reconocido que tuvimos vacíos de comunicación –los que tratamos de solucionar, pero ya muy tarde– y había muchos lugares posicionados, muy negativos hacia mi gobierno y ya era muy difícil desmontar todo eso.
”Algo que he comentado con mujeres que han ocupado puestos políticos importantes y en otras áreas, es que a las mujeres se nos mira, pero no se nos escucha.
”A veces la gente está más pendiente de cómo luce uno, si el vestido tiene el porte adecuado, si se logró el balance con maquillaje y si el cabello está bien arreglado”.

¿A usted la miran?
Es complicado y requiere muchas más energías (...). También me sorprendió mucho que se convirtiera en un issue si las personas volverán a votar por una mujer.
Pero su caso es único.
Sí, pero confirma ese rigor adicional en el análisis que se hace de la primera experiencia.
Si usted marcó el inicio de un cambio, hay que preguntar si la gente quiere seguir con el cambio.
Por supuesto, a partir de mi experiencia hay mucho que aprender de liderazgo femenino.
¿Quiénes deben aprender, las mujeres o los votantes?
Aprenderá quien tenga interés, yo ya voy de salida y no voy a volver a aspirar a este cargo.
”Visto en perspectiva y no con la pasión de lo coyuntural, me parece que dará mucho para analizar, pero lo que sí diría es que las mujeres jamás se deben intimidar por lo que se haya dicho al calor de lo inmediato y coyuntural de mi gestión.
”Todo lo contrario, las mujeres tienen que tratar de llegar, y las veo llegando. No porque no se hayan presentado candidatas en esta elección (2014), tenemos que sacar la conclusión de que es porque las mujeres se hayan asustado.
¿Hay liderazgo?
Vienen para arriba (...). En los colegios, me encuentro niñas que me dicen: ‘quiero ser presidenta del país’. Veo mujeres ejerciendo liderazgo en el plano local y vamos a tener una asamblea paritaria, de manera que creo que lo que me ha pasado a mí no ha intimidado a la mujer costarricense, en absoluto.
¿De qué tienen que cuidarse?
Nosotros no tuvimos una comunicación que considerara la excepcionalidad de mi gobierno por ser la primera mujer (...).
”Me parece que habrá que hacer una lectura en profundidad, que habrá que tomar unas lecciones, pero me parece que la mujer lo que no puede hacer es dejar que el liderazgo político se prive de sus condiciones positivas. Por ejemplo, es posible que debí poner de relieve no la agenda ligth sino enfatizar en otros elementos. En fin, no tengo la menor duda de que va a ser más fácil para la segunda mujer presidenta.
Usted les dice a las mujeres que no se intimiden, ¿y a los votantes?
No tengo mucho más que decirles. Cuando ustedes preguntaron (La Nación ) en una encuesta, los votantes dijeron que sí votarían de nuevo por una mujer.
“Creo que los votantes están revelando una gran madurez; podrían entender no solo que ha sido una coyuntura excepcional y a mí se me ha juzgado con mayor rigor desde el punto de vista de las expectativas, sino que además todos hemos ido aprendiendo en el proceso, y, finalmente, que la coyuntura ha sido compleja y difícil.
¿Cómo le fue con los subalternos, como los ministros?
Bien, ya está bastante superado y si ha pasado algo, no lo he sentido mucho. Recuerde que cuando yo comencé en la función pública fue en el Ministerio de Seguridad y esa escuela fue la más fuerte desde el punto de vista de manejo de subalternos. Cuando el presidente José María Figueres (1994-1998) me presentó con los comandantes, que eran como 70, solamente unos 10 se quedaron para felicitarme. Luego tuve como seis meses de boicoteo de mi trabajo, de manera que ya con eso estaba curtida.
¿Qué pasó con Laura Chinchilla esposa y mamá?
Mi hijo nació cuando yo asumí mi primera posición como funcionaria pública. Me tocó graduarlo este año, tuve el honor de pronunciar el mensaje de graduación y mi discurso entrelazaba lo que ha sido mi hijo y mi carrera política, porque los dos nacimos al mismo tiempo; él a la vida y yo a la vida política, y los dos nos graduamos al mismo tiempo. Sin lugar a dudas, él se gradúa con honores, yo no puedo necesariamente decir lo mismo, será la historia la que me juzgue, pero los dos logramos avanzar en un proceso que exigió mucho sacrificio.
Don José María (Rico) no fue primer caballero, pero, ¿sigue siendo su consejero en la casa?
Ellos (padre e hijo) tienen su personalidad y creo que uno tiene que respetarlas. Ambos son reservados, más bien concentrados en lo suyo, solidarios y preocupados por el país, pero no les interesaba un especial protagonismo.
¿Qué va a hacer luego de que concluya su gobierno?
No he tenido mucho tiempo de pensarlo. El mayor favor que uno le puede hacer a un presidente entrante es dejarlo gobernar, es no hacer cajas de resonancia. Eso es una gran desconsideración, una falta de respeto.
¿ Algún caso en particular?
No, bueno... Uno está o estará si alguien quiere preguntar o pedir un consejo, pero nunca para dar órdenes o gobernar detrás de nadie y muchísimo menos para estar deseando que cometan errores para salir a criticar. Soy muy desprendida y a la persona que venga, le deseo que le vaya mucho mejor de lo que me ha ido a mí, que tenga circunstancias más sencillas.
¿Votaría por una mujer ?
Por supuesto que lo haría, pero no necesariamente porque sea mujer sino por sus cualidades, pero el hecho de que sea mujer no será un óbice para no votar.