La enorme Terminal de Contenedores de Moín (TCM), ideada para agilizar las operaciones portuarias en el Caribe, solo ha sido un sueño de papel.
En enero del 2009 el entonces presidente de la República, Óscar Arias, dio a conocer el proyecto para concesionar una plataforma con al menos seis puestos de atraque, 13 grúas pórticas y capacidad para atender barcos post-Panamax, de hasta 12.000 contenedores cada uno.
Un año después, en febrero del 2010, la firma holandesa APM Terminals se adjudicó el plan, valorado en $1.000 millones, con la premisa de que entraría en operación en el 2016.
Sin embargo, con solo 10 días de adjudicado empezaron los problemas cuando la Cámara Nacional de Bananeros demandó al Estado ante el Tribunal Contencioso-Administrativo.
Se alegó que el cartel salió a concurso sin los estudios técnicos que validaran la obra.
Además, se cuestionó que la tarifa de $256 por contenedor era ruinosa para los exportadores.
Ese fue el primero de varios escollos en sedes judiciales, pues luego esta demanda fue respaldada por el Sindicato de Trabajadores de Japdeva.
Desde entonces, la TCM ha sido discutida en el Tribunal Contencioso-Administrativo, Sala IV y más recientemente en Sala I, donde los magistrados descartaron que el proyecto representara el nacimiento de un monopolio portuario.
Paralelamente, el Sindicato de Trabajadores de Japdeva ha venido denunciando que la TCM es un monopolio que dejará en la ruina y sin empleo a los 1.000 empleados de los viejos puertos de Limón y Moín.
Su pensamiento se ha traducido en varias ocasiones en huelgas y parálisis portuarias que dejaron al país con pérdidas millonarias y productos perecederos y atrasos en el envío de mercancías.
En la actualidad también está pendiente que la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) resuelva si la terminal generará impactos negativos en los ecosistemas de Moín. De lo que resuelva la Setena dependerá el futuro de la obra.
Mientras tanto, la megaplataforma sigue siendo un sueño. La orden de inicio está prevista para noviembre próximo, pero difícilmente se cumplirá la premisa de que la primera fase del muelle esté lista en el 2016.