Al momento de su inauguración, en agosto de 1965, la carretera General Cañas fue considerada una obra vanguardista y visionaria.
En aquel entonces, pocos podrían imaginar que esa fluida vía se convertiría, dos décadas después, en una de las rutas más congestionadas del país.
Tampoco pasaría por la mente de nadie que el puente sobre el río Virilla se transformaría en una pesadilla nacional que se mantiene hasta nuestros días.
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La vía, de 15 kilómetros, llegó para solucionar los problemas de comunicación entre la capital y Alajuela, pero el crecimiento de la flotilla vehicular, la falta de planificación estatal y la ausencia de recursos desgastaron el objetivo de la obra.
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Antes de que existiera la General Cañas, los alajuelenses viajaban a San José por Heredia o en ferrocarril.
Según el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) la General Cañas es utilizada, a diario, por 98.000 vehículos cuando su capacidad instalada es para 60.000, aproximadamente.
“Esa carretera está en un nivel de servicio F, que es el peor nivel de servicio de una carretera, básicamente es un estacionamiento”, explicó Luis Guillermo Loría del Lanamme.
“Por lo menos hace unos 25 años debieron intervenir (ampliar) esa carretera.
”El problema aquí es que mucha gente, incluso ingenieros graduados, nunca piensan en solucionar las cosas con antelación, prefieren esperar a estar en un estado de colapso como el actual para ver qué se puede hacer para mejorar una obra”, agregó Loría.
Evolución
La autopista General Cañas no siempre fue como la conocemos hoy.
Desde su construcción, la ruta ha sido blanco de cambios y mejoras como instalación de barreras divisorias, iluminación, bahías para autobuses y pasos elevados.
Por ejemplo, en enero de 1982, el Instituto Costarricense de Electricidad colocó 270 postes de acero con dos lamparas cada uno para iluminar la vía.
La instalación se efectuó dos años después de lo planificado, según los registros de La Nación.
Ese mismo año se colocaron las barreras divisorias para reducir el riesgo de accidentes.
En setiembre de 2003. el Ministerio de Obras Públicas y Transportes anunció que convertiría los espaldones del camino en carriles adicionales. La medida fue muy criticada por especialistas, ya que afectaba la seguridad de los conductores y peatones.
Los espaldones son los espacios asfaltados que están a los lados de la vía, para que los autos con problemas se estacionen.
Hoy, la carretera está a la espera de que el Estado tome una decisión sobre su ampliación.
Años atrás se apostó por el modelo de concesión, pero los usuarios se opusieron por el alto costo de sus peajes.
Ahora se asoma el planteamiento de constituir un fideicomiso para ampliar esta vía y la Bernardo Soto (Alajuela-San Ramón). Sin embargo, el proyecto muestra pocos avances.
Desde el 2014, el Lanamme recomendó cuatro carriles por sentido entre La Sábana y Manolo’s y tres carriles por sentido de Manolo’s a San Ramón.
RECUERDOS
Roberto Thompson, alcalde de Alajuela, expuso que la General Cañas es un contraste de lo que fue en antaño.
“Mis primeros recuerdos formales de la carretera son cuando entré a la universidad a finales de los setentas. Lo recuerdo bien porque tardaba, en vehículo particular, 20 minutos desde Alajuela hasta Montes de Oca.
Hacer ese recorrido, en la actualidad, puede tomar hasta dos horas en hora pico.
Rafael Ortiz, diputado por la provincia de Alajuela, recordó que durante la construcción iba con sus amigos a observar los trabajadores.
El legislador, de 62 años, asistió al colegio en Moravia, por esta razón recuerda muy bien cómo era viajar a San José por Heredia.
“Fue una gran diferencia para los alajuelenses porque por la pista uno llegaba muy rápido al Paseo Colon.
”Varias veces me pasó que al regreso, como era tan rápido, me quedaba dormido y me despertaba hasta en Alajuela y varias veces me regañaron mis papás por eso”, relató Ortiz.