Los Chiles, Frontera Norte. Un total de 5.000 minas antipersonales continúan ocultas en el sector fronterizo entre Costa Rica y Nicaragua, tras dos años desde que comenzó aquí el proyecto de desminado que creó la Organización de Estados Americanos (OEA).
Según indicó el ministro de Seguridad Pública, Juan Rafael Lizano, durante este tiempo han sido destruidos un total de 64 explosivos. Los operativos han estado a cargo de la Unidad de Zapadores, compuesta por 37 oficiales de la Fuerza Pública.
Las minas tienen un promedio de 12 años de estar allí enterradas, tiempo durante el cual han dejado una estela de dolor. Un total de seis personas fallecidas -dos en San Isidro de Pocosol y cuatro en Upala- y otras seis con serias lesiones, es el sangriento resultado.
Estos artefactos fueron "sembrados" por la guerrilla nicaragüense a lo largo de la frontera norte, entre el cantón alajuelense de Los Chiles y Peñas Blancas, en Guanacaste.
Las autoridades esperan que el proyecto de desminado, denominado Misión de Asistencia para la Remoción de Minas para Centro América (Marminca) finalice en nuestro país en el año 2000.
Actualmente las labores de destrucción de explosivos se encuentran paralizadas debido a que los zapadores no cuentan con un helicóptero para atender una posible emergencia. Así, las labores están centradas únicamente en la detección.
Lizano afirmó: "Las minas no respetan ni son una guerra de frente porque están ocultas. En nuestro país hay unas 5.000 enterradas."
Asimismo, indicó que hacen los esfuerzos necesarios para entregarles en los próximos días un helicóptero a los zapadores para que continúen con sus funciones habituales, las cuales empezaron a desarrollarse en 1996. A raíz de varias situaciones ocurridas en los últimos meses, el Gobierno, con la ayuda de la Embajada de los Estados Unidos, y la OEA, lanzó una campaña educativa contra el desminado en la zona norte.
El objetivo es enseñar, principalmente a los niños, el peligro de manipular un arfectado de estos pues los expertos en el manejo de ellas se han encontrado casos en que los pequeños juegan con los explosivos como si fuera un balón.