Usted habla de vulnerabilidad en el sistema de evaluación de peticiones de refugio. ¿A qué se refiere?
En que al no existir un sistema confiable de intercambio de información entre los países, no podemos conocer el detalle de infracciones cometidas por las personas que solicitan refugio.
Pero se supone que ustedes deben velar por el uso correcto de la figura del refugio...
Algunas personas se han aprovechado de la protección que ofrece el refugio para escapar de la justicia de sus países, con el agravante de que continúan con sus actividades delictivas. Eso explica, de paso, la incorporación de ciertos patrones delictivos en el medio nacional.
¿Cómo chequean ustedes la información que aportan los solicitantes?
No podemos verificar documentos en los países de origen. Eso ha creado inseguridad en el sistema. Creemos que algunas personas presentan situaciones artificiales para obtener beneficios migratorios.
Entonces, cualquiera puede ser refugiado...
El refugio es un asunto que no depende de la mera solicitud; cada país lo aplica de forma soberana. Hay requisitos específicos...
Como la revisión de antecedentes, por ejemplo...
Sí. El primer requisito es una entrevista en la que se analizan los atestados del solicitante.
¿De qué sirve pedir la hoja de delincuencia?
El problema es que ese documento es fácil de alterar. Además, no toda la actividad delictiva de una persona se registra en un documento judicial. Quizá la persona cometió un delito en su país, pero como aún no ha sido juzgada no aparece en su expediente judicial.
¿Qué medidas piensan tomar para hacer frente al problema?
En estos primeros días de setiembre visitaré Colombia. De ahí provienen la mayoría de los refugiados. La idea es mejorar el intercambio de información con las autoridades de ese país. Las debilidades del sistema han sido aprovechadas por algunos grupos delictivos para hacer de las suyas.