Peñas Blancas. Kumba, una africana que salió hace un mes del Congo, logró evadir los controles migratorios de Costa Rica, cruzar todo el país desde Panamá, y plantarse junto a decenas de coterráneos en Peñas Blancas, frontera con Nicaragua, para pujar por otra autorización para seguir su ruta hacia Estados Unidos.
"On ne va pas rester ni a Costa Rica, ni a Panama", dijo a La Nación la joven en su francés africano. "No nos vamos a quedar ni en Costa Rica ni en Panamá", es la traducción en español. Ella dice tener familia y amigos en EE. UU.
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Junto a ella, otros que dicen tener una, dos o hasta un mes en Costa Rica. Y esta mañana, armaron una manifestación contra el impedimiento impuesto por Nicaragua, que también les impuso Costa Rica en su límite sur.
Una veintena de antimotines costarricenses reaccionaron ante el casi centenar de congoleños, senegaleses, ghaneses y guineanos que gritaban "déjenos pasar", entre otras consignas en francés e inglés, y aplausos rítmicos. La Fuerza Pública detuvo a dos.
Pasado el mediodía, fue liberado Luis Frantz, uno de los dos detenidos. Pese a que otros de los migrantes dijeron que la policía los había golpeado al detenerlos, este congoleño de 44 años, albañil de oficio, dijo que a él no.
"No podemos pasar, no tenemos dinero para comer. Pedimos sólo un favor, que nos dejen pasar", dijo Frantz, en un español bastante útil que ha ido armando desde que salió de Brasil, país por el que ingresó a América del Sur, y que ha ido puliendo conforme caminó y atravesó selvas por Perú, Ecuador, Colombia y Panamá.
Ellos relatan que, en su travesía, algunos han caminado hasta cuatro días por la montaña y que, para llegar a Panamá, toman lanchas.
Los africanos relataron que entraron a Costa Rica en un bus, por el cual pagan un pasaje de entre $15 y $25. Este transporte los deja en San José y ahí, en un punto desconocido para ellos, toman otro bus que los lleva hasta la frontera norte.
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Un joven ghanés, de 27 años, solo accedió en inglés a dar su apodo: Suxi. Él salió de África en avión y llegó a China, buscando oportunidades de empleo que no ha encontrado.
"Solo quiero asegurarme una mejor vida", explicó el joven, quien antes de salir de Ghana vendía ropa. "No quiero ser un refugiado", añadió.
Igual que en el grupo de los 8.000 cubanos que terminaron de salír de Costa Rica en marzo, hay mujeres, hay niños, hay embarazadas.
La Fuerza Pública confirmó que devolvió a los africanos a Paso Canoas, para deportarlos a Panamá, por haber entrado de manera ilegal.
Aunque Costa Rica cerró el paso totalmente en diciembre a este tránsito de migrantes, este centenar de africanos están en el país y piden una salida, pues prometen no quedarse.
El miércoles, el canciller, Manuel González, enfatizó en que las visas de tránsito ya no se dan y que la situación excepcional de salida de los cubanos, entre noviembre del 2015 y marzo del 2016, no se repetirá, en gran parte porque ya no abrirán sus fronteras los países que habían permitido esa salida: México, Guatemala y El Salvador.