La mayoría popular no perdonó a la presidenta Laura Chinchilla el viaje de tres días que hizo en un avión privado a Perú, para asistir a una boda y visitar durante 20 minutos al presidente Ollanta Humala.
La condena popular sobrevino después de las evaluaciones positivas de Chinchilla por haber recibido a los presidentes Barack Obama, de Estados Unidos (2 de mayo), y de China, Xi Jinping (2 de junio) .
El 82% de quienes se enteraron del viaje a Perú, condenaron la decisión de Chinchilla de trasladarse en un avión cuyo propietario se conoció días después: un empresario colombiano cercano a negocios petroleros en su país y ligado en el pasado a casos de narcotráfico.
Según la última encuesta de Unimer para este diario, solo un 9% de los consultados considera que la mandataria no cometió un error al viajar el sábado 11 de mayo y volver el lunes 13 en la aeronave de Gabriel Morales Fallón, extranjero radicado en Costa Rica.
Este resultó protagonista de un escándalo que causó la caída del ministro de confianza Francisco Chacón y del director de Inteligencia y Seguridad, Mauricio Boraschi, además de la asistente de Chinchilla, Irene Pacheco.
A ellos les achacan parte de la culpa de que Chinchilla viajase en el jet de Morales en marzo pasado, cuando fue a Venezuela para el funeral de Hugo Chávez.
En boca de todos. Esa historia y las visitas de Obama y Xi llegaron al conocimiento de casi todos los costarricenses, según Unimer. Se trata de más del 90% de la muestra nacional de esta encuesta.
De ellos, la mitad consideró beneficiosa la visita de Obama, y el 70%, la del mandatario chino.
Chinchilla apenas disfrutaba de algunos réditos políticos después del golpe que le significó la oposición popular a la concesión de la ampliación de la carretera San José-San Ramón. El plan era darla en concesión a la firma brasileña OAS, pero la mandataria debió desistir, presionada por manifestaciones de opositores en las calles.
El 66% de quienes conocieron este caso, se manifestó en contra, frente a un 30% que apoyaba el proyecto, ahora desechado por la propia gobernante.
Las críticas que le generó este caso se mezclaron con algunos aplausos por recibir a Obama y Xi, pero el efecto duró poco. Dos semanas después de la visita del chino, Chinchilla abordó el jet de la polémica y reactivó los abucheos.
Ricos, pobres, jóvenes, adultos, opositores, liberacionistas, rurales, urbanos, hombres, mujeres, universitarios, desempleados y trabajadores: casi todos conocieron el caso del avión, y el veredicto fue abrumador: ella se equivocó.
De quienes dijeron conocer este caso, 82% considera que Chinchilla debió haber ofrecido disculpas, algo que no ocurrió ni siquiera en la cadena de televisión en la que la presidenta dijo que hubo fallos en la seguridad en su entorno inmediato, los cuales hicieron que ella acabara viajando en ese avión.
Sí hay diferencias considerables entre quienes dicen que ella debió pedir perdón. Los encuestados de más recursos económicos fueron menos duros pues el 78% consideró necesarias las disculpas, frente al 85% de menores ingresos.
Ese caso estaba fresco en la memoria de los pobladores en junio, cuando se realizaron las encuestas que colocaron a Chinchilla como la gobernante peor calificada de las últimas seis administraciones pues solo uno de cada diez entrevistados da una evaluación positiva.