En la fracción del Frente Amplio (FA) unos a otros se recriminan por la elección de Gonzalo Ramírez, del Partido Renovación Costarricense, como presidente del Congreso.
Sin embargo, al mismo tiempo niegan ser los responsables del triunfo del diputado evangélico, a pesar de que los votos de cuatro de sus ocho diputados fueron fundamentales para la designación de Ramírez en el puesto más importante de la Asamblea Legislativa.
Por una norma reglamentaria, los votos de Gerardo Vargas Varela, Suray Carrillo, Ligia Fallas y Jorge Arguedas se le sumaron a Ramírez, aunque ninguno votó directamente por él.
Durante la elección del presidente, Vargas recibió un voto suyo y otro de Carrillo. Ambos sabían que, al final, sus sufragios se le iban a sumar al candidato que obtuviera mayor apoyo. Lo mismo hicieron Fallas y Arguedas, pero ellos se inclinaron por apoyar a la exlibertaria Carmen Quesada.
Gerardo Vargas negó que hubiera votado por Gonzalo Ramírez y le echó la culpa del resultado final a las normas del Congreso.
“Eso fue así porque así lo establece el Reglamento, pero yo voté por mí en todas las rondas. Nunca estuve ni con Ottón (Solís), ni con Gonzalo. No estaba con ninguno de los dos porque ninguno me representa”, dijo el diputado limonense.
En el mismo sentido se expresó Ligia Fallas, quien aseguró que lo ocurrido es responsabilidad del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC) por echar atrás con la candidatura de Ottón Solís.
“El PAC sabía que Ottón no iba a ganar y lo mantuvo, no lo quiso cambiar. Nosotros estuvimos hablando con Emilia (Molina) y ella aceptó. El nombre de ella se puso a jugar en la segunda votación para que Emilia pudiese quedar y se trató de apoyar que se llagase con una mujer. Le dijimos muchísimas veces (al PAC) y ellos fueron muy intransigentes, al punto de terminar con este resultado”, afirmó Fallas.
Y agregó: “No votamos ni por don Gonzalo y por don Ottón. Yo esa responsabilidad (que sus votos consolidaran el triunfo de Ramírez) yo no la acepto. Yo trabajé muchísimas horas para que (el PAC) cambiara al candidato, porque ellos sabían que con ese candidato (Ottón) ese iba a ser el resultado y lo siguieron manteniendo”.
Sostuvo que votar por Solís hubiese implicado que los sindicatos se tiraran a la calle en contra de los proyectos de empleo público que promueve el fundador del PAC.
“Pesó muchísimo que sabíamos que íbamos a tener una confrontación en la calle”, alegó Fallas.
Sin explicación
La diputada y presidenta del FA, Patricia Mora, quien votó por Solís, dijo que no tiene explicaciones para justificar que algunos de sus compañeros de fracción incidieran en la elección de Gonzalo Ramírez.
“Con la elección del señor Ramírez, como mujer, siento vergüenza y siento fundamentalmente vergüenza por mujeres jóvenes, porque están empezando su vida.
-¿Pero él gana con votos del FA?, se le cuestionó.
A lo cual respondió: “Pero no con votos de lo que yo considero el Frente Amplio. No tengo explicación".
Por su parte, el precandidato y legislador Edgardo Araya también lamentó que sus compañeros no apoyaran la candidatura de Ottón Solís, la cual él impulsaba dentro de la bancada.
“A toda la agenda de derechos humanos, que de por sí ha estado relegada, se le pone una lápida encima y lo más triste es que lo eligen, que se le sumen votos según el Reglamento, de quienes hablaban en nombre de la equidad del género”, enfatizó Araya.
Pero Ligia Fallas contradijo a su compañero Araya: “Aquí hay pura hipocresía, aquí la agenda de derechos humanos no ha caminado durante años y hasta ahora tenemos un presidente cristiano. Ahora, por una situación electorera se quiere manipular esto”.
Según el Reglamento legislativo, los votos en una tercera ronda de votación, que no sean para uno de los dos candidatos habilitados, se le suman a quien obtuviera la mayor cantidad de sufragios válidos.
El evangélico contabilizó 26 votos y el rojiamarillo 24. Al final, Ramírez se impuso con 33 votos, cuatro más que los 29 requeridos.