
Serán 650 papeletas diferentes para los 488 distritos de 81 cantones y se imprimirán casi 10 millones de ellas, pero es muy probable que la mayoría se vayan intactas al reciclaje.
Son 75 partidos que en este mes y en agosto apuran sus asambleas para definir a los candidatos municipales (alcaldes, síndicos y, por primera vez, se incluyen los regidores).
Como mínimo serán 30.000 aspirantes, suficientes para llenar el Estadio Nacional, pero podrían llegar a 50.000. Y ni siquiera así atraerían al 50% del electorado el 7 de febrero.
Son 81 gobiernos locales y ocho concejos de distrito con dinámicas particulares, con una importancia creciente y más poder para decisiones de impacto local, pero nada garantiza que todo esto se vea reflejado en las urnas en los comicios más complejos y voluminosos en la historia del país.
El titánico rompecabezas de las elecciones municipales, las primeras que colocarán en una sola jornada a todos los cargos del gobierno local (un total de 6.069), ya está avanzado, sin que muchos costarricenses siquiera estén enterados.
La experiencia no permite al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ser muy optimista: en el 2010 votaron solo 28 de cada 100 costarricenses y ya eso fue mejor que las elecciones municipales del 2006 (24%) y del 2002 (23%). Es decir, tres de cada cuatro papeletas vuelven limpias al TSE.
“Sería un batazo si vota la mitad del padrón, pero un batazo de verdad”, dijo el director de Programas Electorales del TSE, Héctor Fernández.
Así, con la expectativa de ver cómo responden los electores, los partidos mantienen encendidas las calderas. Asambleas cantonales, registros de candidaturas, apelaciones, préstamos para financiamiento, coaliciones, cálculos... De todo ocurre desde hace semanas en los cantones e incluso en instancias nacionales, pues las agrupaciones grandes también ven en este proceso una prueba de fuerza para el 2018.
“Es momento para consolidar crecimiento en estructura y representación nacional”, dijo Rodolfo Ulloa, secretario general de Frente Amplio (FA), después de que su agrupación pasó de uno a nueve diputados en los comicios del 2014.

Para el Partido Liberación Nacional (PLN), dueño de la mayor estructura, los comicios también se presentan complejos. Tras lograr 59 de 81 alcaldías en el 2010, ahora es opositor del gobierno nacional y vería como un éxito repetir los resultados de las pasadas municipales, dijo el secretario general, Fernando Zamora.
Para el Partido Acción Ciudadana (PAC), que ganó los comicios nacionales del 2014, un buen resultado sería tener representación en todos los concejos cantonales, según su presidenta, Margarita Bolaños.
“El gran desafío es el abstencionismo y el descontento que han dejado la mala administración y la corrupción de autoridades municipales de la vieja usanza. Se requiere más que organización para ganar una elección”, manifestó la dirigente del PAC, sin hablar del valor de las votaciones como premio o castigo al gobierno de Luis Guillermo Solís.
El Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que se considera en recuperación después de su caída de la última década, ve cierta ventaja en el desgaste de algunos alcaldes liberacionistas y confía en la organización territorial y el liderazgo comunal de sus aspirantes. “Esta es una oportunidad para seguir creciendo”, declaró su presidente, Pedro Muñoz.
Los partidos nacionales compiten, además, contra un renovado entusiasmo de fuerzas cantonales, que suman un total de 47 para este proceso.
Dificultades. El TSE corre con los miles de trámites por las inscripciones de candidaturas para las elecciones con más partidos en la historia del país.
Fueron 22.000 en el 2010 y ahora, con la inclusión de los cargos de regidores, el número se duplicaría, según Héctor Fernández.
Si así fuera, uno de cada 90 ciudadanos sería candidato en las votaciones de febrero.
Fernández prevé también que, pese a este boom de partidos, tendrá que buscar a última hora miembros de mesa para garantizarse al menos tres integrantes en cada una de las 5.700 juntas receptoras de votos proyectadas para el 7 de febrero.
El Tribunal también apresura una campaña para promover el traslado de domicilio electoral, pues muchas personas votan en un cantón o distrito distinto al de su residencia y no encuentran motivaciones para participar en una votación que no tendrá impacto directo en el lugar donde viven. Ese es uno de los factores que inciden en la participación electoral, explicó Fernández.