Durante el primer gobierno de Óscar Arias (1986-1990), un obispo polaco cercano a los 40 años, se paseaba por los corredores de la Nunciatura Apostólica Papal de la que era secretario. Su nombre: Jozef Wesolowski.
Es el mismo que hoy enfrenta el primer juicio en el Vaticano contra un obispo por abusos sexuales a menores de edad.
Acusado por seis delitos de este tipo, Wesolowski, ahora de 67 años, tiene contra las cuerdas a la alta jerarquía de Roma.
Su juicio, estancado por ahora tras alegar razones de salud, está envuelto en el secretismo, a pesar de la contundencia del papa Francisco a la hora de señalar que no habrá tolerancia contra los pederastas.
En la Nunciatura Apostólica dieron fe de la permanencia de Wesolowski en Costa Rica, bajo el mando de monseñor Pierre Giacomo de Nicolo, quien estuvo al frente de la delegación diplomática papal de 1984 a 1993.
Wesolowski sirvió tres años como secretario de la Nunciatura, entre 1987 y 1989, o sea, era el segundo al mando. Su predecesor fue monseñor Camillus Etokudoh; Wesolowski fue relevado por el obispo Vicente Juan Segura.
Tiempos violentos. Aquella era una época violenta para la región. El mandatario Arias y su canciller, Rodrigo Madrigal Nieto, trabajaban de lleno en el Plan de Paz para Centroamérica y el ahora presidente de la República, Luis Guillermo Solís, se desempeñaba como director de Asuntos Centroamericanos. Durante esa época, al parecer nadie notó costumbres extrañas o irregulares por parte de Wesolowski.
Durante su estancia en Costa Rica, el prelado polaco mantuvo un bajo perfil, lejos de la prensa. En realidad así lo dictaba su posición como segundo de la representación diplomática del Vaticano, sin que eso supusiera que fuera tímido o retraído.
Todo lo contrario, el actual embajador de Costa Rica en el Vaticano, Marco Vinicio Vargas, lo recuerda como un joven monseñor afable, conversón y simpático.
“Puedo asegurar con la verdad en la mano, que nunca supe nada de las cosas por las que ahora se le acusa. Por lo menos a la Cancillería nunca nos llegó alguna queja”, dijo Vargas, quien por ese tiempo ocupaba cargos de jefatura en Relaciones Exteriores.
Nadie en aquél momento sospechó ni hizo públicas denuncias de quien 20 años después llegaría a República Dominicana como nuncio, para pasearse por el malecón y pagar el equivalente a $2 por niños de entre 13 y 15 años, con el propósito de verlos masturbarse y dejarse fotografiar, como se reveló el año pasado.
Por su posición, Wesolowski mantenía contacto frecuente con altas autoridades diplomáticas costarricenses y de otras naciones representadas aquí.
“Sí recuerdo que estuvo en Costa Rica, en aquella época yo era subdirector de Política Exterior”, rememoró Ricardo Sancho, actual embajador de Costa Rica en Nicaragua.
A pesar del cargo que ocupó el prelado polaco en el país, el departamento de Inmunidades y Privilegios de la Cancillería no tiene registro de Wesolowski; pero embajadores de carrera y la propia Nunciatura sí lo identifican.
Cercano al Papa. Consagrado en 1972 como sacerdote por su amigo Karol Wojtyla (más tarde conocido como Juan Pablo II), vio truncada su carrera clerical en el 2013, cuando el Vaticano lo mandó a llamar ante numerosas denuncias por pedofilia.
Trece años antes, en el 2000, el mismo papa Juan Pablo II lo había investido como arzobispo.
Las autoridades católicas intentaron adelantarse al escándalo y sacaron a Wesolowski de República Dominicana, días antes de que empezaran a transmitirse una serie de reportajes de la periodista Nuria Piera que lo pusieron en evidencia.
Una vez en la Santa Sede, Wesolowski quedó lejos del brazo de la ley dominicana, imposibilitada de exigir su extradición.
Sin embargo, en junio del 2014 el Vaticano lo declaró culpable de pedofilia tras un juicio realizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que supuso su expulsión definitiva del clero.
Aún así, las cosas no terminan para el ahora exobispo polaco, a quien durante su estancia en el corazón del gobierno papal, se le confiscó una computadora que contenía miles de fotografías de pornografía infantil.
Ya juzgado por la Iglesia católica, desde el 23 de setiembre del 2014 enfrenta cargos penales en un juzgado del Vaticano; sin embargo, su juicio está en suspenso.
El sábado 11 de julio anterior, cuando estaba prevista la primera audiencia, sus abogados adujeron que Wesolowski tenía problemas de salud y que eso había obligado a que fuera internado en una unidad de cuidados intensivos hospitalaria.
A esta hora siguen sin conocerse cuáles son sus dolencias o en qué hospital se encuentra; lo único seguro es que sigue bajo arresto domiciliario.