San José
Javier Sancho se pensionará del Servicio Exterior costarricense en poco tiempo. Lo hará mientras trabaja en fortalecer la maltrecha relación diplomática entre Costa Rica y Nicaragua, país en el que es embajador desde hace cuatro años.
En ese periodo le tocó lidiar con las demandas mutuas que se presentaron ambos Gobiernos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que finalmente zanjó el litigio fronterizo a favor de Costa Rica en diciembre pasado. Pero ese es solo uno de los trabajos que le ha tocado hacer en nombre del país durante sus 42 años de carrera diplomática.
Su historial va desde negociar la solución a las crisis de tomas de rehenes en embajadas ticas, ser el primero en felicitar a la primera medallista olímpica costarricense, en Seúl, hasta organizar los funerales de Estado de tres expresidentes de la República y de un benemérito de la patria.
Sancho se va contento, afirma. Sin embargo, no niega estar preocupado por la actitud de las nuevas generaciones de diplomáticos costarricenses, a quienes les reprocha despreciar la representación del país en naciones conflictivas o pobres. Un diplomático, afirma, debe hacerse en esos ambientes antes de aspirar a ser jefe de la delegación costarricense en un país del primer mundo.
El viernes habló casi una hora con La Nación desde Managua. Lea, en adelante, un extracto de esa distendida conversación.
Le tocó llegar a Nicaragua en un momento muy tenso, hace cuatro años. Sin embargo, después del fallo de La Haya, que le dio la razón a Costa Rica en el litigio fronterizo, ese país ha enviado señales de reconciliación ¿Cómo va el proceso de mejoría de relaciones en este momento?
--Ciertamente cuando llegué a Managua, hace cuatro años, había habido un bache importante en nuestra relación desde setiembre del 2010 y, durante dos años, no tuvimos un jefe de misión con rango de embajador en Nicaragua. La relación lógicamente sufrió por el tema de la invasión a isla Calero y la demanda por la construcción de la carretera 1856. Pero a partir del fallo de La Haya, sentimos de parte del Gobierno de Nicaragua algunos gestos positivos en nuestra relación. Como lo ha dicho el canciller Manuel González, nuestra relación es correcta, es normal, pero tenemos todavía frío en algunos aspectos. Sin embargo, tengo que decir que, a raíz del lamentable naufragio de enero en el que murieron 13 costarricenses, pude sentir y apreciar la calidez del pueblo nicaragüense y del Gobierno de Nicaragua, en la persona de la primera dama, doña Rosario Murillo, quien fue en extremo afectuosa y solidaria con Costa Rica.
”La diplomacia es el arte del diálogo, el arte de conciliar y siento como embajador que en estos cuatro años hemos ganado un poco de presencia y de respeto en Nicaragua. Lo he sentido en los últimos meses. Los nicaragüenses saben que hacemos las cosas para cooperar con ellos”.
¿Están superados los episodios de xenofobia en contra de costarricenses que visitan Nicaragua?
--Hacemos todo los posible por bajar ese nivel de agresividad en algunos sectores, en eso tengo que ser muy claro, son algunos sectores. Hay algunos programas en la radio y algunos comediantes, como lo vimos recientemente. Nosotros hemos trabajado en esa línea de que haya respeto hacia los costarricenses. Puedo decirle que hemos logrado algo de eso, sin embargo, todavía quedan focos porque de alguna u otra forma, hay gente con intereses mezquinos que han alimentado que se nos vea como enemigos, como personas que dicen que queremos robarnos el territorio de Nicaragua.
¿Cómo ha contrarrestado la Embajada a esas voces que intentan desinformar?
--Yo me he cansado de decir que no he conocido en mis 67 años a ningún costarricense que le intereses una gota del agua del río San Juan. No nos interesa robarnos ese territorio. Siempre pongo el ejemplo del héroe nacional, Juan Rafael Mora, quien en 1857, después de haber triunfado en la Batalla de Rivas, rechazó una oferta del presidente de los Estados Unidos de entregarle el territorio de Rivas por haber ganado la guerra contra los filibusteros y que incluso podría formarse una gran nación Costa Rica en conjunto con Nicaragua.
”Mora, en una proclama de marzo de 1857, en Sapoá, dijo: 'Costa Rica y Nicaragua independientes y unidas como hermanas'. Así que eso siempre lo he repetido y creo que ha ido calando, aunque persisten algunos comentaristas de televisión, pensamos que por ignorancia o por envidia por los avances de Costa Rica. Tenemos un país que a pesar de los problemas camina. Lamentablemente Nicaragua ha sido un país muy golpeado por la naturaleza y por la dictadura de Anastasio Somoza”.
¿El Gobierno le ha solicitado explicaciones a Managua por la compra de 50 tanques de guerra a Rusia y por lo que pareciera ser el inicio de una carrera armamentista del Gobierno de Daniel Ortega?
--Eso no ha ocurrido todavía, lo que hemos dicho nosotros es que nos preocupa es que se dé un desequilibrio de fuerzas en la región, porque el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) tiene una comisión de seguridad que está obligada a velar por que los países de la región mantengan un balance adecuado de sus fuerzas armadas. Y eso deviene de los acuerdos de Esquipulas, donde, para lograr una paz permanente y duradera, se acuerda eliminar, en lo posible, estos armamentos, y tener más recursos dirigidos a la educación y a la salud y al desarrollo humano.
”Tampoco la Organización de Estados Americanos (OEA) se ha preocupado mucho. Como expresidente de la Comisión de Seguridad Hemisférica, se lo digo. Ese foro tiene entre sus deberes velar que haya un balance de fuerzas en la región. Pero no hemos hecho ninguna declaración ante el Gobierno de Nicaragua”.
Conociendo como usted conoce a Nicaragua, ¿cuál es su lectura sobre ese armamentismo que se despierta en ese país?
--Es una lectura complicada porque no veo que Nicaragua tenga conflictos con Honduras y no veo tampoco a Nicaragua utilizando la fuerza de forma violenta con Costa Rica. Esperaría sinceramente que eso nunca suceda y que la diplomacia y el derecho internacional siempre sean los que prevalezcan en nuestros diálogos.
”En Nicaragua mucha gente se pregunta para qué será útil ese armamento si no es necesario. Nicaragua defiende su derecho a tener sus fuerzas armadas. Nosotros no tenemos fuerzas armadas y yo diría que ahí es donde está nuestra mayor fortaleza”.
Costa Rica tiene estrechos vínculos comerciales con Centroamérica ¿El conflicto fronterizo con Nicaragua ha afectado esa relación mercantil?
--En estos años hemos dado especial atención a los temas comerciales, apoyando a la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) y las empresas que tienen operaciones en Nicaragua (el comercio total con Nicaragua pasó de $685 millones en el 2014 a $679 millones en el 2015; en este último periodo las exportaciones nacionales fueron de $550 millones). Se mejoraron las instalaciones consulares en Managua y Chinandega. Así como he trabajado con la Fiscalía de Costa Rica en temas sensibles de extradiciones y detenciones de sujetos que son requeridos con la justicia nacional, mantuve una mayor presencia de nuestro país en temas como derechos humanos, mediambientales y de desarme.
¿Cómo ha vivido usted el proceso de construcción del canal interoceánico que pretende construir Nicaragua? ¿Se va a concretar?
--Todas las luces que tenemos es que se ha dificultado el proyecto y no vemos un auge mayor en el discurso sobre la posibilidad de que el país tenga ese canal.
¿Qué pensó cuando el presidente Luis Guillermo Solís decidió en diciembre pasado retirar a Costa Rica de la mesa política del SICA?
--Consideré y sigo considerando que esa fue la decisión correcta. Porque es increíble que el SICA no funcione cuando tiene que funcionar. Se trataba de una emergencia para toda Centroamérica. Lamentablemente, creo que el SICA en este momento pasa por una crisis y no está dando los resultados que esperaríamos. Debe mejorarse el diálogo a nivel del SICA, por eso, creo que el presidente tomó la decisión más acertada ante un desgano total de los países centroamericanos por ayudar a Costa Rica.
¿Qué anda mal en el SICA?
--Hay luchas internas; se han preocupado más por ver quién es el secretario general, a qué país se lo dan o a qué país se lo quitan, en vez de trabajar por una mayor integración para que los países puedan mejorar en educación, salud, en el equilibrio de fuerzas armadas. Pero el SICA no hace mayor cosa, como sí las hacía años atrás.
”A mí me tocó acompañar a una cumbre del SICA al presidente Abel Pacheco en la que Nicaragua le reclamó que por qué no había entregado Costa Rica la lista de su equipamiento militar. Don Abel Pacheco, con el humor que lo caracterizaba le contestó al presidente Enrique Bolaños abriéndose el saco, sacando un sobre y diciéndole: 'Aquí está, presidente Bolaños, el inventario de equipo militar de Costa Rica. Me disculpa si nos atrasamos en hacer entrega entrega de este inventario al SICA, pero la realidad es que teníamos uno de los perros de la Unidad K-9 con distemper y no sabíamos si iba a sobrevivir o no, y no quería que después dijeran que yo no había incluido el perro en el inventario'. Así era antes, había mejor diálogo entre los presidentes”.
¿Qué debe hacer la región con el SICA? ¿Cerrarlo o reformarlo?
--Debería de modernizarlo, dotarlo de órganos más proactivos. No podemos concebir el SICA como un organismo que solo sirve para darle trabajo a la gente que no quiere estar en sus países.
¿Ve usted a las nuevas generaciones del Servicio Exterior costarricense conscientes de lo que implica representar al país?
--Como presidente de la asociación de diplomáticos de carrera he sido un defensor como toda la opinión pública lo conoció en la administración de la presidenta Chichilla, siendo canciller René Castro, tuvimos algunas diferencias por el manejo que se estaba dando con los nombramientos dentro y fuera de la Cancillería.
”Como presidente de la Asociación me correspondió, con otro grupo de compañeros en la junta directiva, levantar la voz y pedirle al Canciller de entonces que los nombramientos que se hicieran por inopia, deberían de cumplir con una serie de requisitos.
Quiero decirle que en los últimos años he sentido que los diplomáticos costarricenses, muy bien preparados, muy bien estudiados, muchos de ellos no quieren ir a destinos, como los llaman en algunos países 'Revlon, o de confort'. Nuestros diplomáticos, lamentablemente, están cayendo en eso, que no quieren venir a países que pueden ser considerados difíciles”.
¿Cómo corregir esa mala práctica?
--En países con una larga trayectoria diplomática, los diplomáticos de primera salida al exterior van a destinos difíciles. Ellos tienen una clasificación de países y conozco casos, por ejemplo, en los que un diplomático va primero a Haití y, después de dos años de estar en ese, país va a un país de clase A, como ellos lo llaman como Austria.
”Hay una tendencia ahora en nuestros diplomáticos que, en lo personal, me duele. Ahora los diplomáticos jóvenes no quieren ir a otros destinos que no sean Europa o Estados Unidos. Para que el diplomático tenga una valoración integral del Servicio Exterior en sí, en primer lugar debe aceptar ir a destinos aunque no sean confortables y aceptar también volver al país. No podemos tener diplomáticos que vivan todo el tiempo en el exterior, tenemos que tener la rotación, que es el pivote fundamental. Los diplomáticos tienen que ir y venir. No se puede tener diplomáticos con más de dos décadas en el exterior, porque se va perdiendo la identificación con el país y los diplomáticos debemos tener, primero, una identidad muy clara del país y nuestro sistema democrático”.
¿Hay mala preparación en el personal del Servicio Exterior?
--Puedo decirle que las generaciones nuevas están preparadas, nuestras universidades son muy buenas. Hay excelentes diplomáticos, pero hay una tendencia a quedarse en la Casa Amarilla, o bien a ir a destinos clase A, fashion.
¿Cree que tenemos un Servicio Exterior que se preocupa por dignificar al diplomático?
--Todavía falta mucho. También hay personas en la parte administrativa que no comprenden bien la trascendencia de la diplomacia y limitan a veces el accionar de los diplomáticos. Hay momentos de que debe de primar el sentido común. En eso se tiene que trabajar un poco más,para que los diplomáticos costarricenses puedan ejercer el cargo con la dignidad que se impone.
”En el pasado he visto a diplomáticos que, por rebuscar unos pesos más, lamentablemente caen en actos de corrupción. Tengo que decirlo, en mi gestión aquí en Nicaragua tuve que ser muy claro en eso y he contado con el apoyo de la Cancillería para erradicar cualquier viso de corrupción”.
¿Dónde quisiera ver usted el Servicio Exterior costarricense en el futuro cercano?
--Dentro de nuestra dinámica de política exterior y las banderas que siempre hemos enarbolado, como el desarme y los derechos humanos, Costa Rica debe fortalecer ese liderazgo a futuro. En 15 o 20 años, creo que deberíamos estar muy bien posicionados no solo en la región centroamericana sino que también en todo el continente.