José María Villalta no da importancia a las críticas de otros partidos de izquierda. Él dice representar a los nuevos liderazgos, de esos que no cargan “sobre los hombros un pedazo del muro de Berlín’.
¿Por qué en el momento en que el Frente Amplio sufrió la baja muy sentida de José Merino, la figura que sobresale no busca la presidencia del Partido?
Cuando quedó ese vacío, nos abocamos a la tarea de sostener el Partido, de mantenerlo cohesionado, nos ayudó mucho tener principios claros, había como una gran sentimiento de la gente de no fallarle a don José, de no permitir que su legado se pierda por cuestiones del corto plazo, y yo creo que eso fue lo que imperó.
¿Ha tenido el Frente Amplio que moderarse o ya nació moderado en sus posiciones de izquierda?
Como estamos gobernados desde hace bastantes años por una políticas de derecha tan radical, que han polarizado tanto el país, que ha privatizado las instituciones, que ha debilitado los servicios públicos, que han hecho crecer la desigualdad de forma impresionante, entonces para el Frente Amplio combatir esas propuestas, plantear una alternativa no exige grandes esfuerzos de moderación porque cada vez más gente en Costa Rica quiere un cambio de rumbo.
¿Cómo atraer más electores?
Hay que aterrizar el discurso y pasar de los grandes principios a planteamientos mucho más concretos que toquen las necesidades más sentidas de la gente, eso ha sido y está siendo un elemento clave. Por supuesto que también la continuidad es un factor, asociado a la coherencia, la gente vio que el Frente Amplio no era flor de un día, producto de un hombre excepcional como fue José Merino.
¿Aspira a ser el nuevo Merino?
Yo creo que José Merino es irrepetible, yo aspiro a ser la mejor versión posible de José María Villalta.
¿Cómo romper la tradición de un solo diputado?
Si el Frente Amplio vuelve a elegir únicamente a un diputado yo lo consideraré como un fracaso para mí y para mi candidatura (...). La clave ¿cuál es? bueno, la continuidad en la coherencia de las propuestas, que somos un partido sin rabo que nos majen.
¿Hasta dónde hay realidad en su candidatura presidencial?
Es totalmente realista. Yo medité mucho aceptar esta postulación y la acepté después de que contesté la siguiente pregunta: ¿Qué pasa si gano? (...) Y la respuesta fue que sí, yo estoy convencido, a veces incluso ansioso, de que si el pueblo de Costa Rica me permitiera gobernar, me diera ese inmenso honor, podría hacer muchas cosas para mejorar y rescatar este país.
¿Es necesaria una reforma estatal grande?
Sin duda alguna es necesaria para hacer al Estado más eficiente, más amigable con la gente, para reducir burocracia. Lo que pasa es que las últimas reformas que se han implementado van dirigidas a convertir al Estado en un bonsái, a atrofiarlo y a reducir su capacidad de ejecución, más bien incrementando la burocracia. Vea lo que hicieron con el MOPT (Ministerio de Obras Públicas y Transportes), le quitaron la capacidad ejecutora, crearon unos consejos burocráticos que están llenos de pegabanderas, que no pueden fiscalizar a los privados, ni ejecutar obras ellos.
¿Faltas más impuestos?
Hace falta una reforma profunda a la ley del impuesto sobre la renta que tiene un montón de huecos que permite que los más ricos escondan su riqueza, la lleven fuera del país, la distribuyan en sociedades y que grandes grupos económicos que se han enriquecidos como nunca gracias a las políticas estatales, como el sector financiero, por ejemplo, no paguen de acuerdo a sus ingresos reales.
¿Qué se debe hacer en la Caja Costarricense de Seguro Social?
El Gobierno tiene una deuda que hemos estimado en más de ¢600 mil millones y que se sigue acumulando. La Caja sigue privatizando Ebáis, porque el Gobierno no paga. La Caja enfrenta una deuda de patronos morosos de más de ¢200 mil millones. La Caja tiene grandes problemas, no está invirtiendo lo que debería invertir en salud preventiva, en atender adecuadamente a las comunidades más pobres, hay una gran ineficiencia en el funcionamiento una gran burocratización, una gran politización. Nosotros enfocaríamos los esfuerzos a pagar la deuda del Estado.
¿Cómo, si se supone que el Estado no tiene plata?
Los nuevos ingresos que se recauden reformando la ley del impuesto sobre la renta los destinaríamos con prioridad a pagar la deuda del Estado con la Caja y a cumplir la meta del 8% para la educación. Esas serían nuestras prioridades.