El gobierno de Laura Chinchilla reaccionó fuerte anoche a un nuevo anzuelo lanzado por el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, en su disputa con Costa Rica.
La noche del martes, durante un acto en honor de la Fuerza Naval nicaragüense, Ortega anunció que su país podría reclamar la provincia de Guanacaste en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, con sede en Holanda, para “recuperar ese territorio”. Lo dijo después de criticar la falta de diálogo con Costa Rica sobre la definición de límites marítimos.
El canciller costarricense, Enrique Castillo, rechazó de inmediato la pretensión. La calificó de “bravuconada”, dijo que reflejaba una política expansionista y que no tenía sentido reclamar algo que quedó definido en un tratado firmado en 1858 (el Cañas-Jerez).
Conforme pasaron las horas, el gobierno de Chinchilla intensificó la reacción. Ayer en la mañana, la mandataria ordenó a la vicecanciller, Gioconda Ubeda, entregar una carta de protesta al embajador nicaragüense, Hárold Rivas, y llamó en consulta al embajador tico en Managua, Javier Sancho, por tiempo indefinido.
Por la noche, la mandataria convocó a una reunión de alto nivel para analizar el asunto y, tras el partido de fútbol entre Costa Rica y República Dominicana, a las 8 p. m., emitió un mensaje de rechazo a la “amenaza” de Ortega.
Dijo que habría más presencia policial en la frontera y que informaría del hecho a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la Organización de Naciones Unidas (ONU). “Basta ya de afrentas, infamias y bravuconadas”, declaró en un discurso en el que apeló al sentimiento guanacasteco: “No les quede la menor duda, a Guanacaste ¡no pasarán!”.
Por su parte, 40 diputados de seis partidos (PLN, PAC, PUSC, Libertario, Frente Amplio y PASE) aprobaron una moción de censura a las declaraciones de Ortega. Incluso, el alcalde de Nicoya, Marco Jiménez, se pronunció en contra.
En lío interno. Ortega hizo el anuncio en medio de un conflicto político interno por conceder a una empresa china un permiso para construir y operar, por un siglo, un canal interoceánico cuyo costo duplica el producto interno bruto nacional.
La prensa comercial nicaragüense no destacó ayer la alusión a Guanacaste, pues se enfocó en los comentarios de Ortega sobre su conflicto de límites marítimos con Colombia. Los medios afines al gobierno sandinista sí lo hicieron.
El presidente nicaragüense logró atizar el conflicto que congeló las relaciones entre ambos países desde el 2010, cuando Costa Rica denunció la invasión de isla Calero, en el extremo caribeño de la frontera, caso que se discute en La Haya.
Ortega habló de Guanacaste 22 días después de que la administración Chinchilla denunció que Nicaragua incluyó territorio marítimo tico en un plan de exploración petrolera y un día después de que Costa Rica se quejó, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, de que Nicaragua tergiversaba las disposiciones de La Haya sobre Calero.
Carlos Murillo, experto en Relaciones Internacionales, sostuvo que los gobiernos nicas retoman conflictos externos para unir a la población: “Hay temas que, no importa la generación que sea, les une. No importan las diferencias. Cuando salen estos temas, todo el mundo apoya al gobernante.
”Es un distractor para consumo principalmente interno en Nicaragua y para obligar al Gobierno costarricense, a la vez, a tener demasiados frentes abiertos siempre vinculados a punto”, añadió al tiempo que estimó que ese punto es el territorio marítimo tico que Nicaragua quiere por el petróleo.
La Cancillería costarricense ya había propuesto a Nicaragua a negociar los límites marítimos.
Según Murillo, Costa Rica tenía que reaccionar y rechazar la pretensión por absurda, pero sin permitir un nuevo frente de disputa.
Luis Guillermo Solís, analista internacional y candidato del PAC, advirtió de que “esto no es un Calero”, sino una declaración de un jefe de Estado grave, pero es absurda.
Sobre su reacción, Chinchilla declaró: “Aquí lo que estamos es reaccionando con oportunidad, con firmeza y por supuesto aprovechando para comunicar a nuestros aliados e instituciones internacionales ante la eventualidad de que Nicaragua pretenda ir más allá”.
Uno más. No es la primera vez que Ortega lanza una pretensión que pareciera ilógica a la luz de 155 años de vigencia del tratado de límites.
En el 2010, el sandinista dijo que reclamaría derechos de navegación sobre el río Colorado (Limón). Lo hizo en el 2012, pero este año La Haya declaró inadmisible discutir ese asunto en el proceso de Calero.
Pero, al acumular exigencias, Nicaragua ganó algo: logró que la Corte uniera, en un solo proceso, su demanda contra la trocha 1856 junto con la demanda por Calero.