El Frente Amplio quiere llevar de la calle –donde protestan y trabajan todos los días por derechos sociales– a siete figuras, cada uno líder en luchas particulares.
Ya sea contra patronos inescrupulosos o para denunciar la corrupción en el Gobierno, los candidatos a diputado frenteamplistas insisten en que no son nuevos en la participación política de verdad.
Hoy esos siete prospectos de diputado se plantean la forma de superar la historia de su partido, que por dos elecciones solo ha obtenido un diputado en el Congreso.
Con el ánimo de honrar la memoria de su desaparecido fundador, José Merino del Río, quieren multiplicar su presencia política.
Patricia Mora por San José, Edgardo Araya por Alajuela, Francisco Camacho por Cartago, José Ramírez por Heredia, Ronal Vargas por Guanacaste, Carlos Hernández por Puntarenas y Gerardo Vargas por Limón, quieren ser, todos ellos, el nuevo Merino.
El candidato presidencial y diputado José María Villalta asegura que sus compañeros de campaña están probados en la lucha social, curtidos de manifestaciones a sol y agua, con una “trayectoria intachable” y listos para defender una propuesta política coherente.
Esos siete caballeros y dama, forjados en luchas callejeras en pro de derechos sociales, ambientales, laborales y estudiantiles, son la punta de lanza que ofrecen.
Ese es el gen único en estos líderes comunales, tal como ellos mismos dicen: no tienen que prometer que van a luchar por absolutamente nada porque ya probaron, en manifestaciones y protestas de toda índole, que han luchado por esos derechos y que ahora van por más.
El nombre de cada uno estuvo al frente de alguna manifestación, de algún piquete, en alguna confrontación contra políticas injustas, corruptas u omisas del Gobierno o de alguna de sus instituciones.
El abogado Edgardo Araya, por ejemplo, fue uno de los acusadores del proyecto minero Crucitas. Ahora es candidato por Alajuela.
“No es solo seguir llamando a la calle, es que tenemos una propuesta país”, dijo Araya.
Patricia Mora quiere ser diputada por San José, pero combate para no ser llamada simplemente la heredera de ningún hombre: ni de su tío Manuel Mora ni de su padre Eduardo ni de su difunto compañero, José Merino. Nunca lideró procesos ni grupos políticos desde arriba, solo estuvo en la base.
Como José Merino y José María Villalta, quiere probar que vale por sí misma, por su visión del Estado y de la democracia costarricense.
Pero la lucha social no solo tiene rostro de comunista, sino que también tiene rostro de sacerdote. Si no, que lo digan los dos exsacerdotes católicos que hoy quieren ser diputados del Frente Amplio.
Ronal Vargas aún no ha sido reducido a laico, dos años después de que le pidió a su obispo que no le pusiera límites a sus luchas.
Gerardo Vargas, también clérigo de formación, otra vez hará campaña, luego de curtirse en las protestas contra los incumplimientos de derechos laborales de compañías piñeras y bananeras en su área de influencia, que va desde Guápiles hasta Talamanca.
La particularidad de ambos “padres” es que ninguno de ellos ha pedido al Vaticano, formalmente, la disminución a laico.
El Frente Amplio eligió cada candidato en una asamblea provincial y por eso no escogió ni novatos ni advenedizos. Todos los aspirantes superan las cuatro décadas y son, cada uno, de su provincia.