En el drama de Shakespeare, ante la inminente derrota, el rey Ricardo III promete dar su reino por un caballo.
El pasado 1.° de mayo, ante lo esquivo del triunfo, el diputado Gerardo González también prometió el reino, esta vez por una curul. La máxima: la de la presidencia de la Asamblea Legislativa.
Y un reino que no era el suyo, por otra parte, pues en la urgida negociación González comprometió a su fracción y al Poder Ejecutivo a revisar un contrato, desestimar comisiones y hasta a cerrar la boca para criticar.
Yo te doy, tú me das
Desde que el 22 de marzo la fracción del PUSC escogió a González para disputar la presidencia del Congreso, se anunciaba un elección difícil. Como las del 2002 y el 2003.
Pero también se sabía que la negociación es una especialidad de González. En los días que precedieron la elección, prometió computadoras, repartió invitaciones, planeó y canceló fiestas e intercambió presidencias en comisiones y puestos en el directorio legislativo por uno o más votos.
Entre todos, los más peliagudos fueron los cinco del Movimiento Libertario, que no amarró hasta unos minutos antes de la elección. ¡Y a qué precio!
Por la adhesión libertaria, el ahora presidente del Congreso –y con él 15 de sus compañeros de bancada– prometió “iniciativas” que permitan estudiar la apertura de la revisión técnica de carros.
En este momento, es monopolio de la empresa hispano-costarricense Riteve SyC.
Asimismo, el fin de las comisiones mixtas, a través de las cuales grupos como el empresarial, el sindical o la Iglesia participan en la discusión de temas, como ha ocurrido con la reforma fiscal y la Ley de fortalecimiento del ICE .
Por otra parte, que en la siempre postergada reforma al Reglamento del Congreso se deberán “proteger” los derechos de los partidos minoritarios al uso de la palabra o a presentar mociones.
Un poco más allá, los libertarios también canjearon sus votos a cambio de que el Poder Ejecutivo frene cualquier intento de ataques contra su partido.
De Grecia a Cuesta de Moras
Procedente de Grecia, Alajuela, Gerardo González ha dedicado 20 de sus 38 años a la política.
Y de ellos, 14 a la Asamblea Legislativa, donde en 1990 comenzó como director administrativo de la fracción socialcristiana.
Antes, participó en las políticas estudiantil y cantonal, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Costa Rica. Allí se graduó de abogado en 1999.
En el colegio lo “rebautizaron” con el sobrenombre con el cual se le conoce en la Asamblea Legislativa: Cebolla , por su parecido con el futbolista puntarenense Luis Gerardo Cebolla Gutiérrez.
Según González, es un apelativo cariñoso entre quienes lo conocen desde el colegio. Pero le ve tintes despectivos cuando lo dicen aquellos que lo conocen ahora, pues es una forma de menospreciar su preparación.
Negociador ante todo, González presidirá un período legislativo que se anuncia complicado, y no solo por los compromisos con los libertarios.
A la vuelta de la esquina están la reforma fiscal, la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y las consecuentes aperturas de los monopolios en seguros y telecomunicaciones.