No han tenido tiempo de reponerse. Ni siquiera para llorar lo suficiente y superar el luto.
Desde que se desató el incendio, a las 2:20 a. m. del 12 de julio del 2005, lo hecho hasta ahora ha sido para mantener la marcha del Hospital Calderón Guardia y poder atender a los pacientes.
Una década después del incendio que destruyó parcialmente la torre norte de ese centro médico y causó la muerte de 21 personas, las enfermeras Vera Violeta Calvo Sánchez y Rosario Guevara Aguilar tienen viva la cicatriz de la tragedia.
Lo mismo sufren sus otros colegas. Vera y Rosario son parte de un equipo de Enfermería de más de 1.000 personas que afrontaron no solo la emergencia, sino también sus secuelas.
Este hospital, que da atención a 1,5 millones de habitantes, sigue sin salir de su estado de conmoción, admite su actual director general, Arnoldo Matamoros Sánchez.
Matamoros dirige además el proceso de intervención ordenado hace más de un año por la Junta Directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Esto, debido a que en estos 10 años transcurridos, el Calderón ha sido epicentro de supuestos actos de corrupción que están en investigación.
La gerenta médica de la Caja, María Eugenia Villalta Bonilla, reconoce que la pérdida de 100 camas desde el incendio ha afectado el manejo y la gestión.
“El no contar con recursos de hospitalización, más el trauma por la pérdida de vidas humanas, hace que cueste recuperarse. Además, se evidenciaron problemas de gestión que motivaron la intervención de varios servicios”, comentó Villalta.
Prueba de la crisis de espacio es el índice de ocupación: supera el 100%, cuando no debería pasar del 85%. Hoy el hospital tiene 432 camas; antes del fuego tenía 550.
Imágenes. A Vera Violeta le tocó reconocer cuerpos y ayudar a las autoridades a ubicar los servicios que quedaron destruidos por las llamas. “Fue macabro”, recuerda esta enfermera en su viaje a aquel 12 de julio, cuando incluso el lobby del edificio norte funcionó como morgue improvisada.
Rosario tenía turno de trabajo esa madrugada. “A las 2:17 a. m. estaba en Cirugía 4. Teníamos 29 pacientes a cargo”, rememora.
A ella le resulta inevitable revivir el olor a papel quemado y el reflejo y calor de las llamas en la cara cuando abrió la puerta. “El inicio fue feroz. Auxiliares y enfermeras empezamos a sacar a los pacientes. En menos de dos minutos estaban todos afuera”, rememoró Guevara.
“Con menos personal y menos instalaciones, el hospital siguió trabajando como si no hubiera perdido camas”, destacó Vera.
Eso lo reconoce Matamoros, quien afirma que el Calderón ha mantenido su producción a pesar de todo: al año se registran más de 20.000 cirugías, más de 138.000 atenciones en urgencias y casi 300.000 citas en especialidades.
“Diez años después, nos sentimos desgastados. A uno le gusta lo que hace, pero hay algo en el ambiente que agobia. Nos dedicamos a resolver y aún estamos en eso”, dijo Rosario con mirada triste, pues, desde entonces, reconoce que nada es igual.