Quien se monta en la tagada para sacudir cada fibra de su cuerpo, no se imagina el mar de requisitos y confusas regulaciones que tuvo que sortear el dueño de ese juego mecánico para poder llevarlo a una fiesta de pueblo.
La normativa actual apenas permite garantizar la seguridad básica de esos aparatos, que van de los caballitos a la montaña rusa, pasando por sillas voladoras y martillos.
Es una normativa, además, dispersa y tan amplia como la Ley General de Salud o el Reglamento de Permisos Sanitarios. No existe, hasta ahora, una regulación específica que permita aclarar y reforzar los controles de los juegos mecánicos que viajan a cada feria, turno o fiesta del país.
Se tiene que recurrir, por ejemplo, al Reglamento de Construcciones y a certificaciones de ingenieros autorizados para que se responsabilicen de garantizar la seguridad de sistemas, como el eléctrico y el hidráulico.
Tres de los nueve directores regionales del Ministerio de Salud señalan esa carencia, la cual les dificulta el trabajo y podría poner en riesgo la seguridad de estas atracciones.
Lo anterior se suma a la falta de personal suficiente y de limitaciones presupuestarias para el pago de horas extras que les permitan realizar más inspecciones en el sitio.
“Debería existir una norma específica. Es un derecho que tienen los ciudadanos de conocer con qué deben cumplir cuando quieran desarrollar una actividad. Esta carencia genera incertidumbre hasta en el funcionario, porque a nivel nacional se dan criterios diferentes”, declaró Marvin Quesada Elizondo, director de la dirección regional Central Occidente del Ministerio de Salud.
Bajo la tutela de Quesada están las fiestas de Palmares, en Alajuela.
Por su parte, Carlos Venegas Porras, director de la región Pacífico Central (que vigila los carnavales de Puntarenas), dijo que la norma específica es necesaria, “siempre y cuando no se preste para entrabar y retrasar el servicio al usuario”.
Claridad. Guillermo Flores Galindo, de la Región Central Sur, sostiene que es importante tener una norma específica y estándar. Él está a cargo de vigilar las fiestas de fin y principio de año en Zapote, San José, entre muchas otras.
Según este funcionario, el Ministerio de Salud no tiene una base de datos de las empresas con este tipo de atracciones.
La Nación consultó a una de las empresas de más trayectoria en juegos mecánicos: Ciudad Mágica, creada en 1986. Su gerente, Fernando Malavassi Valencia, cree que hay normativa suficiente, aunque confusa.
Para este empresario, los requisitos que le piden en Zapote de repente no son los mismos que le solicitan en Palmares.
Incluso, explicó, de un año a otro y en un mismo evento, las condiciones para autorizar los juegos cambian.
“Me atrevería a decir, además, que los inspectores no tienen idea de qué es lo que tienen que revisar”, advirtió.
Uno de los sitios de atracciones más importantes del país es Parque Diversiones.
Voceros de Parque corroboraron que ellos están adscritos desde 1974 al Iaapa (The International Association of Amusement Park of Attractions).
Aunque cumplen también con las regulaciones de Salud, cada año un consultor independiente revisa los sistemas eléctricos, mecánicos, hidráulicos y neumáticos de los 30 juegos que hay en el sitio. Además, tienen personal de mantenimiento calificado. Esta es una forma, dicen, de garantizar la seguridad con el criterio de un experto autorizado en este tema.