Al pie de una ceiba grande, Guillermo Alvarado sacaba el agua para llenar varias calabazas. Ya en el campo, encorvado sobre la siembra, Tío Memo –como lo conocen en Hojancha– reponía sus energías sorbiendo grandes tragos de aquella agua mezclada con dulce de tapa.
A la postre, esa costumbre que cultivó por años de años de arduo trabajo de campo, podría ser una de las razones para explicar que haya llegado a los 90 años tan fuerte como la ceiba que daba sombra al agua. Los cumplió el 27 de octubre.
Tío Memo vive en Hojancha desde hace más de 70 años. Este es uno de los cinco cantones de la península de Nicoya que conforman una de las cinco zonas azules del planeta, llamadas así por la alta longevidad de sus habitantes (las personas viven 100 años o más).
Un estudio del Laboratorio Nacional de Aguas, del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), halló una alta presencia de minerales en el agua que toman en esa zona.
Dicho dato aporta una valiosa pista sobre las causas por las que la gente vive tantos años y con tan buena salud, como Guillermo Alvarado.
El agua que consumen en Hojancha, Santa Cruz, Nandayure, Carrillo y Nicoya clasifica como moderadamente dura y dura porque tiene altas concentraciones de calcio y magnesio.
Ambos minerales, consumidos en dosis óptimas (de 90 a menos de 270 miligramos por litro de agua), son factores protectores para la salud humana, explicó Darner Mora Alvarado, quien participó en el estudio junto a Carlos Portuguez, Nubia Alfaro y Michell Hernández.
El calcio, por ejemplo, protege huesos y ayuda a la transmisión de estímulos neuromusculares.
Mientras tanto, el magnesio fortalece el funcionamiento cardíaco; esa es una de sus más de 300 funciones.
Pero cuando ambos se consumen en exceso, en concentraciones que superen los 270 miligramos por litro de agua, podrían producir piedras en los riñones.
El equipo liderado por Mora estudió 425 fuentes de agua y realizó más de 3.000 análisis fisicoquímicos entre 2007 y 2013.
Hallaron que las tasas de longevidad por cada 10.000 habitantes son mayores en los sitios con una mayor dureza del agua.
La tasa de longevidad es de 179 por cada 10.000 habitantes, en personas de entre 80 y 89 años que viven en la zona azul y toman agua dura. Esa tasa es 33 puntos más baja entre quienes viven fuera de ese territorio.
Otros factores. Además de la península de Nicoya, se han identificado otras cuatro zonas azules: Loma Linda, en California (EE. UU.), Cerdeña (Italia), Icaria (Grecia) y Okinawa (Japón).
La gente vive más ahí por una combinación de factores que incluyen la genética, nutrición, actividad física, relaciones familiares y una fuerte espiritualidad.
Por eso, Darner Mora, del AyA, aclaró: “La dureza del agua es un factor más; no el único”.
Para el demógrafo Luis Rosero Bixby, quien ha estudiado la longevidad en la zona azul del país, el análisis del Laboratorio Nacional de Aguas “es importante y sugerente de una asociación entre la presencia de calcio y magnesio en el agua y la alta longevidad en Nicoya”. Rosero advirtió que se necesitan más estudios para establecer el vínculo entre causa y efecto.
Esto figura en los planes del Laboratorio, confirmó Mora, para quien resultaría fundamental explorar los promedios de dureza del agua por distrito en otras provincias del país y verificar la longevidad de la gente.