En nuestro país mueren 8 niños por cada mil que nacen vivos cada año. Es una tasa de mortalidad infantil baja histórica, considerando que solo se permite el aborto terapéutico. En 1950 morían 90; en 1980, 19; en 1990, 15.
Muchos de esos otros niños que hoy son rescatados de la muerte, sobreviven con las secuelas físicas y nerviosas de haber nacido antes de tiempo, o con enfermedades congénitas: principalmente, problemas en el corazón.
Mantenerlos vivos y con una buena calidad de vida es un trabajo en el que se empeñan, todos los días, los servicios especializados en hospitales de la Caja.
Luchar por la vida de cada uno de estos pequeños desde sus primeros días es una tarea compleja y costosa, asegura el jefe de la Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal del Hospital Nacional de Niños, Jaime Lazo Behm.
Solo una incubadora de cuidado intensivo ronda los ¢10 millones, y las bombas de infusión con las que se dan las medicinas a los bebés más pequeños, cuestan ¢1 millón cada una. Un solo niño puede necesitar varias de estas en un solo día, dijo Lazo.
En el Hospital Calderón Guardia, donde se han especializado en la atención de casos complejos, a los chicos que nacen con alguna complicación se les da seguimiento hasta la edad escolar.
Allí tienen una consulta de neurodesarrollo, otra de terapia física y respiratoria, y una más de acompañamiento a los padres de estos menores, solo para mencionar algunas de las que citaron Zuleika Zambrano, médica de familia del servicio de Neonatología, y Ana Barrientos, jefa de Clínica de ese servicio.
En el Hospital Nacional de Niños también hay consultas para evaluar el neurodesarrollo y se ve a los menores, incluso, si es necesario, hasta que cumplen la mayoría de edad.
Invaluable. Ni la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ni el Ministerio de Salud ha contabilizado cuánto ha invertido el país en bajar la mortalidad infantil y en dar una buena calidad de vida a los sobrevivientes.
Danilo Medina, jefe de Ginecoobstetricia en el Calderón, y otros especialistas vinculados con la atención de recién nacidos y madres, coinciden en que mantener la tasa de mortalidad infantil o bajarla es sumamente costoso pues requiere dedicar esfuerzos a tratar los casos más complejos: prematuros y bebés con malformaciones de nacimiento.
“Costa Rica es uno de los países de la región que ha alcanzado niveles bajos de mortalidad infantil. Esto ha obedecido a mejoras en los servicios de saneamiento, control de crecimiento y desarrollo y vacunación”, dijo Karla Jinesta, funcionaria del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).Rafael Salazar Portugués, coordinador de la Comisión Nacional de Mortalidad Materno- Perinatal e Infantil, dice que el siguiente paso es instaurar la llamada consulta preconcepcional en la Caja.
Esa consulta le permitirá a la pareja evaluar las amenazas reales de un embarazo y controlar los factores de riesgo.
También, dijo Salazar, hay que dejar en manos de las enfermeras obstétricas la consulta de bajo riesgo, para que sea desde allí donde se detecten los problemas a tiempo.