El policía Mainor Mora pasa todo su tiempo libre en el piso 3 del Hospital de Niños (HNN). Ahí está internada su hija Naomi, de dos años y tres meses, recibiendo quimioterapia por segunda vez en su vida.
Cuando no está en el hospital, en San José, Mainor conduce una patrulla por las calles de San Ramón, buscando delincuentes. Entre los viajes capital-comandancia, no tiene tiempo para descansar o estar con Erick, su otro hijo, de 4 años.
Este oficial es uno de los casi 400 padres de familia que al año deben ingeniárselas para cuidar a sus pequeños, aquejados por enfermedades graves, los 30 días o más que pasan internados en ese hospital pediátrico.
A ellos, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no les puede dar una incapacidad para cuidar a sus hijos.
Según el reglamento para otorgar esos beneficios, no está permitido que un asegurado directo lo use para cuidar a otro.
La gerenta médica de la Caja, María Eugenia Villalta Bonilla, explicó que la institución solo puede extender un certificado para que la persona negocie con su patrono la posibilidad de tener una licencia sin goce de salario.
Mainor Mora no se atreve a pedir la licencia de la que habla Villalta, porque de su ingreso depende el alquiler de su casa, el cuido del otro hijo, de su esposa y la alimentación especial de Naomi.
Para atender a Naomi, ha recurrido a sus días de vacaciones, que ya consumió. Su rutina, por eso, está repleta de jornadas agotadoras: “Más de una vez, he pedido a mis compañeros que agarren la llave de la patrulla porque estoy agotado”.
Puerta abierta. A Mainor y a su esposa, Johanna Martinez, no se les va a olvidar que su historia entre hospitales comenzó un año atrás, en lunes de Semana Santa.
Desde entonces, su hija ha pasado por cirugía (le quitaron el riñón debido a un tumor) y va por el segundo tratamiento de quimioterapia, porque el cáncer volvió.
“El niño con una hospitalización prolongada ocasiona un impacto familiar en lo afectivo, en lo social, en lo económico. Está demostrado científicamente que cualquier niño se recupera más rápido acompañado por su papá o su mamá, pero no tenemos una legislación eficiente para que estos niños no caigan en un estado de desprotección”, dijo la directora a.i. del HNN, Olga Arguedas Arguedas.
Según la pediatra, papás y mamás “están a merced de la bondad de cada empleador”.
Mainor ha topado con suerte. Otros padres han tenido que renunciar o han sido despedidos en toda esta odisea con sus hijos.
El coordinador de la Comisión Central de Incapacidades de la Caja, Rodrigo Bartels Rodríguez, reconoce la necesidad que enfrentan estas familias.
Desde esa oficina, dijo Bartels, se trabajó un proyecto para reformar la ley de pacientes en fase terminal y agregar en ella a niños en condiciones de gravedad.
Entre las propuestas de la iniciativa está el origen del dinero para pagar las licencias: el Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf).
El texto está en el Congreso (expediente número 19.433), en donde lo promueve el diputado Fabricio Alvarado Muñoz, del Partido Restauración Nacional.
En el avance de ese proyecto cifra su esperanza el policía ramonense pues, según él, “aquí se nota el sufrimiento porque muchos no tienen ni plata ni trabajo estable. Solo Dios nos sostiene”.