Ya no usa las gradas; tampoco hace grandes recorridos por la empresa en la que labora porque se cansa rápido. Varias veces se ha desmayado y el dolor en las articulaciones le dificulta hacer lo que a ella más le gusta y por lo que ha ganado varias medallas: nadar.
Su piel está arrugada y manos y pies no funcionan como antes. Un problema de cadera la llevó al quirófano y sus ojos fueron operados por cataratas.
Esta descripción podría coincidir con la de un adulto mayor, pero no. Es el resumen de la hoja de vida de Carmen Morales Jenkins, una mujer de 50 años con síndrome de Down (SD).
Esta condición genética hace que ella y otras personas que la presentan, envejezcan de manera precoz y acelerada.
Mientras una persona promedio empieza a mostrar signos de envejecimiento alrededor de los 60 años, en quienes tienen SD este proceso se adelanta 15 o 20 años.
A inicios del siglo pasado, la expectativa de vida de esta población apenas superaba la década.
En la actualidad, avances en el manejo de tal condición ha hecho que superen los 60 años, por lo que, el aumento en la expectativa de vida, sumado al envejecimiento prematuro, representa un reto para el país, pues estas personas están tocando las puertas en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) para pedir la pensión por vejez.
Un beneficio que, a criterio de la Asociación Síndrome de Down Costa Rica (Asidown), debería considerar el envejecimiento prematuro de dicha población.
“Es ilógico que si la persona con SD tiene un promedio de vida de 60 años, se deba pensionar a los 65, como los demás. El objetivo de una pensión es que uno pueda gozar de ese beneficio.
”Sí nos parece que Costa Rica debería buscar la manera en que las personas con SD que están laborando se puedan acoger a su pensión por envejecimiento, no por invalidez, de manera anticipada”, señaló Rosette Kleiman, presidenta de Asidown.
De acuerdo con datos de ese colectivo, en Costa Rica pueden haber unas 5.000 personas con SD, de todas las edades. Alrededor de unas 15 trabajan y estarían cotizando para la CCSS en este momento, detalló Kleiman.
Cautela. Morales Jenkins ha pedido pensión por invalidez dos veces, desde el 2011, sin éxito. Ahora planea solicitar una por vejez, lo que la convertiría en la primera persona con SD del país en hacer esta solicitud.
Pensionar por invalidez no es la idea de la jubilación que se quiere para estas personas. El objetivo es que se considere la jubilación por vejez tomando en cuenta el envejecimiento precoz, dijo Flor Gamboa Ulate, directora de Operaciones Regionales del Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (Conapdis).
“La CCSS debería adecuar sus regímenes a poblaciones especiales”, enfatizó Gamboa.
Este asunto ha sido tratado en los más altos niveles: el despacho de la segunda vicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón, estudia dos propuestas, explicó el director de Pensiones de la Caja, Ubaldo Carrillo Cubillo.
La primera –y con mejor ambiente dentro de la CCSS– se relaciona con el pago de una prejubilación con cargo al presupuesto nacional, alrededor de los 45 años. Cuando la persona llega a la edad del sistema general (60, 62 o 65 años), la CCSS asume el pago de la pensión.
La segunda propuesta es reformar el Reglamento de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja para incluir a este grupo específico con una pensión anticipada. Un plan que, según Carrillo, la institución mira con cautela, pues podría abrir un portillo para que otros grupos exijan el beneficio.
La Nación buscó una versión de la Vicepresidencia, pero no fue posible conocer en qué estado se encuentran esos proyectos.
Por lo pronto, como dice el médico especialista en Genética, Manuel Saborío Rocafort, “el país no está preparado para las personas con discapacidad de la tercera edad”.
No solo aquellas con SD, advierte Saborío. La expectativa de vida está aumentando en otros grupos, para quienes el país debe buscar cuál respuesta dará a sus necesidades futuras.