Tenía apenas 40 años, pero su condición de obeso mórbido ayudó a que el virus de la influenza AH1N1 encontrara terreno fértil dentro de su organismo para atacar.
Hasta la fecha, 30 personas han muerto víctimas de ese tipo de influenza, desde que se desencadenó el pico tardío de infecciones respiratorias agudas graves (IRAG), en diciembre.
Dentro de ese grupo, hay otras 15 personas con factores de riesgo como diabetes, enfermedades cardiovasculares, presión alta y derrames cerebrales, problemas que, en su gran mayoría, tienen un punto común de origen: los desórdenes en el peso corporal.
El resto del grupo de fallecidos lo completan enfermos indigentes, drogadictos, pacientes con patologías como cáncer, problemas pulmonares específicos y malformaciones congénitas (de nacimiento).
Víctimas. Los obesos que han fallecido en este pico de influenza lo conforman personas relativamente jóvenes: la menor tenía 35 años y el mayor 51. Está el caso de una mujer de apenas 48 años, con obesidad mórbida y que, además, no tenía control de su diabetes.Entre el grupo de los 15 con enfermedades asociadas al exceso de peso, el promedio de edad era de 56 años. El Ministerio de Salud no oculta su sorpresa ante el efecto que ha tenido la obesidad como factor de riesgo entre las víctimas mortales de la influenza.
Según el ministro de Salud, Fernando Llorca Castro, el exceso de grasa debilita la capacidad del organismo para enfrentar las infecciones que desencadenan virus como el de la gripe.
Este, además, será uno de los elementos que entrarán a analizar los grupos responsables de revisar el comportamiento que ha tenido este pico tardío en la morbilidad y en la mortalidad.
La obesidad mórbida es aquel exceso de peso con implicaciones serias para la salud, que desencadena enfermedades como la diabetes, las cardiovasculares y aquellas que dañan el sistema muscular y esquelético.
Los especialistas usan el índice de masa corporal (IMC) como referencia para clasificar el exceso de peso. Si este supera los 30, hay obesidad.
En el país, un 62% de la población tiene problemas de sobrepeso y un 16% padece algún grado de obesidad.
El cirujano Gustavo Jiménez Ramírez, jefe de clínica del servicio de Cirugía y coordinador de cirugía efagogástrica en el Hospital México, considera que un IMC de 35 implica un riesgo para la salud de las personas.
El exceso de tejido adiposo, explicó , debilita el funcionamiento de los músculos del tórax, que son los que ayudan a los pulmones a trabajar bien.
Si a esto se agrega la carga de la grasa abdominal, que comprime el abdomen hacia arriba, dificultando aún más la respiración, las complicaciones orgánicas están a la vuelta de la esquina.
Según dijo Jiménez, muy probablemente estas personas no fallecieron por la acción directa del virus de influenza AH1N1.
El médico especialista explicó que el virus entra al organismo y, al encontrar una respuesta débil, desencadena una infección casi imposible de repeler para cualquier persona.
La causa es que la función más básica, como la de respirar, se encuentra debilitada por la sobrecarga de peso. La presencia de grasa en los tejidos, además, facilita la aparición de infecciones.
Los diabéticos son especialmente susceptibles, agregó Jiménez, al detallar que estos enfermos tienen de por sí un debilitado sistema inmunitario y, al ser atacados por un virus respiratorio, pueden sucumbir fácilmente a las infecciones.