Dos meses atrás ni siquiera se conocían, pero el pasado martes 13 de junio doce personas celebraron como una familia su primer gran triunfo contra la adicción al cigarro.
En medio de sonrisas, lágrimas, besos y abrazos, este variopinto grupo recibió un certificado en la clínica de cesación de tabaco del Hospital San Juan de Dios que los acredita como exfumadores.
Atrás habían quedado los temores y las penas del primer día en que se vieron las caras. Ahora, tras completar el programa, la última sesión se había convertido en una verdadera fiesta de graduación.
Uno a uno, el doctor doctor Rolando Chan, médico a cargo del grupo, llamaba a los participantes. Cada nombre mencionado detonaba una explosión de emociones y de felicitaciones sinceras
“¿Cuánto sin fumar?”, preguntaba el doctor antes de entregar el certificado y recibía una respuesta cargada de orgullo: “dos meses”, “tres semanas”, “un día”…
El modelo
La del San Juan de Dios es una de las 32 clínicas de cesación de tabaco que funcionan en los 29 hospitales públicos del país y en tres áreas de salud: Goicoechea Dos, Cañas y San Rafael de Puntarenas.
En todas, la misión es la misma: ayudar a quienes quieren dejar el cigarrillo.
Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en el país hay unos 325.000 fumadores.
A las terapias grupales asisten entre 900 y 1.000 personas al año, según corte al 2016.
La tasa de éxito entre quienes acuden a esta alternativa es del 93% al terminar el programa y de un 77% al completar un año de abstinencia.
Wing Ching Chan Chen, coordinadora de las clínicas de cesación, explicó que en los hospitales de la Gran Área Metropolitana (GAM) se reciben al año cuatro grupos de entre 10 y 20 participantes, cada uno.
“Otros hospitales regionales y periféricos tienen menor afluencia y demanda y hacen tres grupos por año”, añadió.
Las sesiones se realizan una vez por semana, con una duración de entre tres y cuatro horas. El programa, que consume un total de ocho semanas, se imparte a grupos con la intención de aumentar la motivación.
Chan aseguró que la meta es desarrollar y fortalecer planes intensivos para pacientes con condiciones especiales.
También se busca ofrecer opciones a aquellos que, por distancia o trabajo, tienen problemas para asistir a las terapias.
La especialista en Neumología señaló la necesidad de que el tabaquismo sea abordado desde los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (Ebáis) --primer nivel de atención-- como una enfermedad.
“No es dar un medicamento. Hay pacientes que tienen dependencia social o psicológica y no hay ninguna pastilla para eso. Ahí es donde viene la intervención para acabar la dependencia psicológica y social”, expresó.
El programa
Para ingresar a las clínicas, además del deseo de dejar de fumar, los interesados deben de estar asegurados y no tener problemas de alcohol u otras drogas.
Los pacientes, además, se someten a valoraciones médicas y psicológicas, como explicó María Cecilia Pérez, terapeuta respiratoria del San Juan de Dios.
De acuerdo con Wing Chan Cheng, hay dos preguntas básicas que se deben hacer antes de iniciar el plan : “¿Fuma en los cinco minutos después de levantarse? ¿Fuma más de un paquete de cigarros al día?”.
Las respuestas determinarán el grado de adicción y el tratamiento que se requerirá.
Durante los talleres, los asistentes reciben terapias de relajación, tips para combatir la ansiedad, información sobre las consecuencias del fumado y los beneficios de dejar el tabaco.
También se trabaja la parte social y, en algunos casos, se prescriben fármacos para contrarrestar los síntomas de abstinencia, añadió el médico Rolando Chan Ho.
Según Chan, los pacientes más difíciles de atraer son los más jóvenes, pues aún no son conscientes del daño.
Con él coincide la coordinadora de las clínicas, quien mencionó algunas estrategias que le dan a los participantes, como echar en una alcancía el dinero que se gastaba en cigarros y ver periódicamente el ahorro.
También se dan técnicas para tratar problemas del sueño y controlar el estrés.
Una vez que el programa termina, los pacientes reciben seguimiento mediante citas de control durante un año, pues luego de ese tiempo la tasa de recaída es menor.
Optimistas
Isaac Herrera y Óscar Chinchilla son vecinos de Puriscal, pero se conocieron en el Hospital San Juan de Dios.
Ellos eran los miembros más jóvenes del grupo que finalizó el programa la semana anterior.
Isaac cuenta que comenzó a fumar desde los 12 años.
“Empecé por querer encajar en un grupo de amigos del colegio, entré al programa porque tengo problemas del corazón. Ahora tengo mi título y me siento muy contento”, aseguró Isaac, tras 14 años de adicción.
Según relató, ya comenzó a ver mejoras en su condición física y su presión arterial.
Por su parte, Óscar, de 34 años, empezó a fumar a los 18 años y la decisión de asistir a la clínica vino por una recomendación médica.
“Ya tengo mes y medio de no fumar, la respiración está mejor, se mejora el gusto, el olfato y también el gasto”, aseguró.
Destacó que las técnicas aprendidas en la terapia le han servido para no sucumbir en los momentos de ansiedad.
“Por ejemplo, si quiero fumar lo que tengo que hacer es esos cinco minutos es esperar, tomar agua fría, comerme algo, distraer la mente”, concluyó.