La Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), encargada de llevar electricidad a 520.000 ciudadanos, se ahoga en deudas y, a junio, registraba ¢7.000 millones en pérdidas.
En cuestión de tres años y medio, el nivel de endeudamiento de la subsidiaria del ICE aumentó un 139%: pasó de ¢117.000 millones a ¢279.000 millones.
A eso se suma que, en lugar de invertir ¢90.000 millones en la prevención y mantenimiento de su red de distribución eléctrica, tal y como debió hacerlo en los últimos tres años para garantizar el nivel óptimo del servicio, la empresa solo lo hizo por ¢46.000 millones.
Esos datos los reveló ayer Víctor Solís, gerente general de la CNFL, desde el pasado 30 de junio. Solís llegó al puesto tras el retiro del anterior jerarca Pablo Cob. El funcionario fue forzado a pensionarse por el gobierno de Luis Guillermo Solís, luego de cumplir poco más de 20 años ligado al sector Energía.
El recién estrenado gerente dijo hallarse con un grave desequilibrio financiero –en la empresa en la que laboran 2.300 personas– producto de una administración deficiente. Trajo a colación duplicaciones en ciertas áreas de producción.
“Más que provocar despidos, queremos generar más actividades que traigan más ingresos”, aclaró.
Solís aseguró que afectar los servicios a los usuarios no es una opción y adelantó que en febrero anunciará soluciones concretas.
¿Qué lo provocó? En los últimos tres años, la empresa realizó jugosas inversiones, sobre todo en el caso del Proyecto Hidroeléctrico Balsa Inferior. El monto original previsto para la planta ramonense fue de ¢65.000 millones, pero terminó por costar ¢167.000 millones.
Esa erogación extra subió el nivel de endeudamiento de la CNFL, por lo que tuvo que recurrir a financiamientos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Por tal razón, en el 2013 firmó un convenio con el ICE por ¢16.000 millones que, a junio pasado, llegó a ¢25.000 millones. Si se suman los ingresos y los gastos de la compañía, se concluye que por cada ¢100 que debe, percibe ingresos por ¢68.
Cob explicó ayer que su informe final de gestión no calza con los datos que reveló su sucesor. Sostuvo que mientras él fue gerente, los activos y el patrimonio crecieron más de 90 y 83 veces, respectivamente.
“La proyección de resultados para el 2014, hecha por las autoridades de la Dirección Administrativa y Financiera que actualmente están en la CNFL, es de más ¢1.000 millones de utilidades y no de pérdidas, como se indica”, expresó Cob.
La Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) confirmó que Fuerza y Luz no percibe ingresos adicionales, producto de un aumento tarifario, desde hace tres años. La última solicitud (de un 9,2%) la presentó en el 2012, pero le fue rechazada por falta de datos.
Aunque sus abonados sí experimentaron crecidas en sus recibos, estas se dieron a raíz de solicitudes del ICE – en su condición de generador– o producto de alzas en el costo variable del combustible.
Solís explicó ayer que tiene el “deber público de avisar” a Aresep si el estado financiero de la empresa pone en peligro el servicio a los abonados. Por lo tanto, advirtió de que en setiembre presentará al órgano su plan de ajuste tarifario.
“Sabemos del lineamiento de la Casa Presidencial al respecto, pero bueno, con eso, más los criterios que tenga la Aresep, se valorará si aplica el ajuste o se mantienen las tarifas tal y como están”, declaró.
Para batallar contra el lío financiero, Solís se comprometió a revisar los costos operativos internos.
Adelantó que negocia con la casa matriz para conseguir una readecuación de las deudas ya adquiridas. Además, procura negocios conjuntos con Grupo ICE para levantar nuevas ganancias.
Los ingresos extra empezarían a percibirse en caso de que la planta Balsa Inferior arranque el 15 de setiembre, tal y como está previsto. Ese proyecto se debió iniciar en diciembre del 2013.