Claudio Dittel, exgerente corporativo de Finanzas y Administración del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), denunció que la entidad tiene un problema de falta de transparencia que la afecta mientras siga manteniendo privilegios salariales a “jefes sin jefatura”.
Afirma que esto ocurre porque al Instituto lo tiene atrapado “una camarilla dirigente que no permite que se mueva nada sin su consentimiento”.
Dicha camarilla sería constituida por el presidente ejecutivo del ICE, Carlos Obregón, y su directora jurídica, Julieta Bejarano, aseguró Dittel.
La oficina de prensa del ICE informó expresamente la semana anterior de que la salida de Dittel era porque se “retiraba”.
Este diario solicitó el lunes a la entidad copia de la carta de renuncia de Dittel, pero, en su lugar, la oficina de prensa se limitó a confirmar que, efectivamente, fue separado.
También se consultó sobre las denuncias del exgerente, aunque el ICE evitó referirse.
La oficina de prensa solo indicó que Obregón pidió la renuncia a Dittel porque, supuestamente, no logró los resultados esperados tras 15 meses en el cargo y porque “había tenido dificultades para trabajar en equipo”.
“Al no estar de acuerdo con dimitir, el Consejo Directivo del ICE decidió, por unanimidad de los presentes, separarlo del puesto el pasado 12 de abril”, indicó la respuesta del ICE a La Nación .
Dittel rechazó la versión oficial pues asegura que fue su negativa a alinearse con Obregón y Bejarano uno de los principales motivos de su destitución.
También dijo que causó incomodidad su estilo de trabajo de “puertas abiertas” y formular críticas contra decisiones tomadas por Obregón y Bejarano.
Según Dittel, entre ambos hay “una relación demasiado fuerte, al punto de que solo ellos toman decisiones clave del Instituto que van muy apegadas a la Presidencia de la República”, aun cuando existe el Consejo Directivo que, se supone, debería participar.
“No hay en esta administración verdadero compromiso con cambios y ajustes que el ICE requiere. Hay funcionarios virtualmente inamovibles y poderosos; muchos de ellos son los famosos jefes sin jefaturas que tanto defiende Bejarano”, expresó Dittel.
Privilegios intactos. De esta forma, el exgerente corporativo se refirió a una publicación de este diario el 14 de diciembre pasado, centrada en documentos oficiales de esta empresa pública.
Los oficios demuestran que el ICE paga sueldos de jefes a funcionarios que desde hace años dejaron de serlo.
Esa situación se mantiene para favorecer un clima de “tranquilidad laboral y conveniencia institucional”, según le justificó Bejarano al propio Dittel en un oficio de agosto del 2015.
Sin embargo, esa decisión contradice dos criterios de la Dirección de Consultoría y Procesos Judiciales del ICE, que advirtió a la Gerencia del Instituto sobre la necesidad de ajustar los salarios de al menos 273 empleados, conforme a las labores que realizan en la actualidad.
La alerta sobrevino a raíz de un estudio de puestos de coordinadores y asistentes de la Administración Superior del ICE del año 2008. El análisis se hizo justo para lograr una gestión más ahorrativa y eficiente.
Respecto a la falta de transparencia, Dittel citó el caso del hoy regulador general de los servicios públicos, Roberto Jiménez.
El exfuncionario sostiene que cuando se analizó a Jiménez para ser regulador, a su área se le encargó un análisis de la situación laboral de ese funcionario.
Desde hacía un año, Jiménez estaba lejos del ICE (donde tenía 20 años de carrera) con un permiso especial para trabajar en la Autoridad Presupuestaria, adscrita al Ministerio de Hacienda.
La conclusión del estudio fue que Jiménez sí era funcionario del Instituto. No obstante, según Dittel, la información al final remitida al presidente del ICE y al Gobierno es que no lo era y podía ser considerado para el puesto.
“Cuando a Jiménez lo nombraron regulador de los servicios públicos del país, técnicamente todavía seguía siendo un empleado del Instituto”, aseguró.