Sin importar si fue culpa de las trabas burocráticas, de reclamos o de alguna barrera tecnológica, lo cierto es que de siete grandes proyectos que Racsa promovió en los últimos cuatro años para buscar un respiro financiero, la mayoría está rezagada o fracasó.
Cuarenta cámaras para vigilancia de carros que cuelgan desconectadas en postes y decenas de teléfonos IP y monitores guardados en bodegas, son algunos vestigios dejados por fallidos negocios de Radiográfica Costarricense S. A. (Racsa).
Tan solo los planes que ya fracasaron representan inversiones fallidas de, al menos, ¢7.970 millones para la subsidiaria del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
El único negocio que desde febrero se encuentra en plena ejecución es el de monitoreo en tres estaciones de pesaje, el cual es calificado como un “gran éxito” por Gilbert Jiménez, funcionario de Pesos y Dimensiones del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi).
Hernán Acuña, director ejecutivo de la empresa estatal, negó que Racsa asuma proyectos sin analizar su viabilidad. Alegó que cualquier negocio requiere de un tiempo para crecer y que, incluso, algunos ya le están generando ingresos.
De sus actuales estados financieros no hay prueba. Racsa los guarda con recelo “por un tema de competencia” y la nueva ley de Telecomunicaciones le prohíbe a la Contraloría General de la República publicarlos.
Racsa mantiene sigilo sobre los alcances de su más reciente proyecto: la compra, a inicios de febrero, de Fullmóvil, un operador virtual de servicios de telefonía e Internet.
Primeros pasos. Luego de reinar con la oferta de Internet desde 1994, Racsa comenzó a sufrir agudos problemas financieros cuando la apertura del mercado de las telecomunicaciones, en el 2008, le trajo una desbandada de clientes.
Su dependencia de las redes de otras cableras la dejó en clara desventaja frente a los nuevos competidores y, por ello, empezó a incursionar en nuevas áreas con la intención de subsistir.
La primera gran apuesta de Racsa fue la plataforma de cómputo en la nube y software libre.
La empresa invirtió $15,2 millones en un plan de almacenamiento virtual con la idea de conquistar en el 2010 a 17.000 empresas. La iniciativa fue enterrada en junio del 2011 a falta de fibra óptica; decenas de computadoras y de teléfonos IP fueron guardados sin estrenar.
Aun así, la plataforma sirve hoy de centro de datos para algunos clientes comerciales y Gobierno.
Luego, en el 2011, la empresa probó suerte con el Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), para poner cámaras de vigilancia en carreteras. El plan, en el que Racsa invirtió ¢35 millones, cesó ese noviembre debido a recursos de amparo que interpusieron los choferes que se oponían a que se multara a la placa y no al conductor.
Cosevi llevará este proyecto a concurso para tratar de revivirlo y Racsa participará.
Tropiezo. En 2012, Radiográfica impulsó el Expediente Único en Salud, junto con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), pero esta rescindió el contrato por incidentes en el desarrollo de la infraestructura local y la plataforma de procesamiento central.
El director del plan, Manuel Rodríguez, explicó que el equipar, dar infraestructura y monitorear los Ebáis se le cedió al ICE. Racsa no perdió dinero, dijo Hernán Acuña.
La firma también anunció que estrenaría los planes de televisión digital One Play, en el 2012, y One TV, en el 2013, para que los usuarios tuvieran acceso a un centro multimedia y a más de 3.000 películas y series. Ninguno ha salido a la luz.
El director de Racsa explicó que no se desecharon; que él los retomó y que estarán listos pronto.
Luego, se anunció que Costa Rica tendría, en diciembre del 2012, la primera red de Internet superrápida de América Latina. Esa innovación la traería un convenio entre Racsa y la firma sueca ViaEuropa.
Mucho del rezago en ese plan se debió a que ViaEuropa tardó seis meses para adquirir el título habilitante. Hoy, dijo Acuña, Racsa está a la espera de que la firma se replantee el modelo, elija la infraestructura y se decida a ingresar al país.