Los números rojos colmaron los estados financieros de Radiográfica Costarricense (Racsa), especialmente desde el 2010, luego de que la apertura de las telecomunicaciones tuviera efecto.
En diciembre del 2011 salió a relucir un informe “confidencial” de la Contraloría General de la República, según el cual Racsa sufrió desde el 2010 una drástica caída en los ingresos de operación y estaba al borde de la quiebra.
Los motivos: la fuga de clientes, falta de inversión, una fuerte carga de gastos fijos de operación y un alto grado de endeudamiento por proyectos poco rentables.
Ese año, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) inyectó ¢3.062 millones para capitalizarla, pero a Racsa le hizo falta liquidez, por lo que pidió $2 millones para capital de trabajo al Banco Internacional de Costa Rica (Bicsa).
A pesar de ello, Racsa cerró el 2010 con un déficit de $5 millones.
Según la Contraloría, entre enero del 2010 y junio del 2011, Racsa acumuló pérdidas de operación por ¢6.786 millones. La firma despidió el 2011 con un déficit de $12 millones ($7 millones más que el año anterior) y fue responsable del 55% de las pérdidas por ¢15.000 millones que tuvo el ICE ese año.
Sus flujos de caja cayeron en picada: de un monto disponible de ¢6,6 millones en el 2007 pasó a un saldo negativo de ¢690 millones al cierre de junio del 2011.
El panorama mejoró en el 2012: Racsa registró un déficit de $6 millones. Empero, se reveló que esa mejoría surgió de la venta al ICE de capacidad en cables submarinos.
La firma dejó claro que no revelará sus finanzas del 2013 por un asunto de competencia, y la Contraloría tiene prohibido publicarlas porque así se lo exige la nueva Ley de Telecomunicaciones.
Año y medio atrás, Racsa tenía 125.000 clientes de Internet residencial, y hoy 20.000, por lo que deja de percibir $20 millones.